La greguería en sus cifras y letras, y 10

5) Notables por su recurrencia son, finalmente, aquellas greguerías que expresan la idea de consecución, causalidad, finalidad, interrogación, y que frecuentemente añaden la precisión necesaria para el correcto entendimiento del pacto asociativo:

«Era tan moral que perseguía las conjunciones copulativas».

«La H es tan transparente y tan muda que no es raro que a veces no nos demos cuenta de que no está en la palabra en que debiera estar».

«Rompía tanto los pantalones que los sietes que le había cosido ya su madre sumaban 7 777».

«La T de la terrible palabra Temís, que es el nombre de la Justicia, es una T con balanza, la balanza de la ley».

«El puente está hecho con XXXX que son la incógnita de si se caerá o no al pasar el tren».

«Harmonía ha de escribirse con H, porque es la lira de la palabra».

«El hambre del hambriento no tiene hache, porque el verdadero hambriento se la ha comido».

«Yo no seré “Gagá” porque seré “Jajá”».

«El mayor desengaño de la vida fue cuando comprobé que océano sólo se escribía con una C, cuando deberían ser más de dos, porque representan las olas del occccéano».

«Por pudor, siempre he querido escribir ombligo con H».

«A la F hay que abrirle el grifo para pronunciarla bien».

«No sé por qué la I con mayúscula ha de quedarse sin su punto».

«No sé cómo le queda la H al nihilista».

«No se sabe muy bien por qué la Z significa ‘ronquido del sueño’; pero lo convencional es lo convencional y un muestrario de zetas llena la alcoba del roncador».

«¿Por qué la X que más grabada está en nosotros es la de los fémures cruzados? Porque esa es la X más verdadera del misterio».

No he pretendido ser exhaustivo al señalar las modalidades morfosintácticas que puede manifestar la greguería de cifras y letras. El lector curioso puede encontrar sin duda variantes no carentes de interés en este corpus completo que aquí se le ha ofrecido (1).

Un corpus que quizás tenga la virtud de mostrar la gran riqueza del abanico imaginativo de Gómez de la Serna, el cual, partiendo de un trampolín asociativo cuantitativamente limitado ‑el alfabeto y los diez primeros números‑, establece analogías de muy variada naturaleza. Parafraseando a Camón Aznar, diría que «cada cosa vive en un mundo de relaciones que la alimenta y sustenta. Si se logra descubrir una de esas “venas nutricias” que establece las conexiones, la greguería está hecha» (1). En nuestro caso, las «venas nutricias» son aquellas cualidades fónicas y gráficas que prestan carácter distintivo a las cifras y/o a las letras en las que están basadas dichas greguerías (2).

1)     José Camón Aznar: Ramón Gómez de la Serna en sus obras. Madrid, Espasa-Calpe, 1973, p. 251.

2)     Las greguerías que he citado proceden del corpus completo de greguerías, a saber: Greguerías, Madrid, Austral, 1952. Total de greguerías, Madrid, Aguilar, 1962. Greguerías, Madrid, Espasa-Calpe, 1977. Greguerías, Madrid, Cátedra, 1979. A su vez, las greguerías aquí citadas constituyen el corpus completo de greguerías «con cifras y/o letras».

antonio.larapozuelo@unil.ch

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