Ni brasas ni centellas,
ni hogueras ni rescoldos:
ceniza pobre y fría
conserva el corazón para su luto.
No busques más palabras
que puedan ensuciar tanto silencio.
Calla, si no sabes medir
cuánta distancia hay
entre el invernadero donde crecen
floridas oraciones de papel
y la fuente que brota
ajena a la arrogancia.