Sobre el amor y sus varias formas, y 2

19-05-2012.
El amor cristiano

La idea nietzscheana del amor cristiano. Todo el discurso del amor al prójimo es humo, opio del pueblo, trampa para atrapar a débiles de espíritu. Ver abajo una cita curiosa de Tertuliano sobre el amor cristiano en los primeros siglos del cristianismo.

Tertuliano: Mira cómo se aman unos a otros [¡los cristianos!]… Están dispuestos a morir por el otro, pero son los mismos que estarían aún más dispuestos a matarle. (Añado yo: quizás para defender la fe).

Entonces, las religiosas que dedican su vida entera al servicio de los demás ¿son pobres mujeres, santas quizás, pero engañadas, quizás orgullosas, narcisistas auto-complacidas?

El amor del Buen samaritano del Evangelio es un amor de misericordia, es un amor momentáneo de alguien que pasa y se va. Es un amor “de lejos”, transitorio. No es comparable al amor entre esposos.

El afecto puede teñirse de sentimientos que no caben bajo la categoría del amor, porque últimamente son sentimientos abstractos, genéricos y despersonalizados. En esos casos, el otro es intercambiable. Es amor a X, no al individuo real y único. Ejemplos de estos sentimientos son el amor de misericordia, de protección, etc.

¿Es un requisito para el amor verdadero el sentirse en igualdad con el otro?
El amor travestido

Es verdad que tenemos una inmensa capacidad de mentirnos a nosotros mismos. Por eso es fácil adulterar el amor, llamando amor a lo que es un camuflaje del narcisismo, la teatralidad y juego de roles ante los demás.

El verdadero amor no es pretexto para asentar el propio orgullo ni para afirmar la propia superioridad. No es paternalista. No es blandengue ni sensiblero.

II. ¿Pudiera ser el amor pura bioquímica?
La fisiología y la bioquímica del amor

¿Hay en el amor algo más que biología, o que no sea reductible a biología?

Hemos de comenzar señalando que hasta las más brillantes ideas y los más bellos sentimientos necesitan un soporte material. Nos planteamos la cuestión de saber si las ideas y sentimientos existen por sí mismas, como en un mundo platónico; si hay una entidad espiritual que las genera, o si, por el contrario, se reducen entera y completa a redes o asambleas de neuronas y a ciertos neurotransmisores cerebrales.

La atracción entre dos mamíferos parece estar asociada a moléculas como la feniletilamina y la norepinefrina. No se trata aquí ni siquiera de esbozar la bioquímica del amor. Las personas que se interesan por estos temas recordarán sustancias como la vasopresina y, sobre todo, dopamina, oxitocina, testosterona, estrógeno, etc. ¿Se podrá un día descifrar adecuadamente el enamoramiento con ayuda de la bioquímica?

El más romántico de los amores comienza en el hipotálamo y continúa en la pituitaria. El cerebro produce opiáceos y complejas cadenas de reacciones que implican una multitud de hormonas y de proteínas.

Lo que está fuera de dudas es que las ideas y sentimientos no existen por sí mismas, sino que, al menos, se apoyan y se sustentan en redes neuronales y neurotransmisores.

La filosofía contemporánea integra estos conocimientos científicos con menos dificultad que la religión.

Cuando los descubrimientos entran en competición indebida con la fe religiosa, quizás sea porque la fe es mal entendida por algunos. Constantemente se citan las historias de Galileo, de Giordano Bruno o de Vanini. Muchos teólogos de aquellos tiempos temieron que la explicación del sistema solar, derivada de la Física, desalojaba a Dios del universo. Tenían simplemente un concepto erróneo de Dios y del universo.

Hoy, las explicaciones bioquímicas hacen temer a muchos que el hombre se reduzca a una maquinaria biológica. ¡Que se preparen los conservadores para digerir todo lo que nos deparará este siglo XXI!

Triste amor

Tan complicado es probar, de manera científica, la tesis reduccionista ‑según la cual todo se reduce a leyes físicas y químicas‑, como las tesis puramente idealistas o espiritualistas, que son tan endebles que no se sostienen frente al saber contemporáneo.

Como decíamos más arriba, el más romántico de los amores comienza en el hipotálamo.

Yo no poseo argumentos definitivos para apoyar el reduccionismo, ni creo que nadie los pueda aportar.

Pero sí pienso que, si todo fuera reductible a pura física, sería una catástrofe existencial para los que viven de una manera consecuente con sus ideas. La alternativa no puede ser engañarse a sí mismo, y vivir las interacciones humanas del amor, en sus variadas formas, como puras funcionalidades bioquímicas. ¡Qué triste amor y que triste vida!

Es evidente que lo que precede no tiene la fuerza probatoria de un argumento racional. Pero, ¿quién se imagina que todo es susceptible de ser explicado racionalmente?

Unas ideas para concluir
1. En lo que precede, hay muchas más preguntas que respuestas.

2. El amor entendido en sus variantes más puras es una vía para escapar de la absurda condición humana.

3. Y es que «a la tarde [de tu vida] te examinarán en el amor», como dijo san Juan de la Cruz.

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