San Juan de la Cruz en Úbeda, y 5

06-09-2011.

Tras estos milagros reseñados en Úbeda (no se nos proporciona fecha alguna), se nos dice que «Otros muchos milagros y maravillas ha obrado nuestro Señor en la Ciudad, por medio de aquel bendito pie» (Dibuxo…, p. 45). Finalmente, el biógrafo pasa a reseñar otra serie de milagros ocasionados «en otras partes con las Reliquias, invocación y retratos de este Siervo de Dios» (Dibuxo…, p. 45).

Esas «otras partes» son Baeza y Jaén, en donde se producen los milagros por medio de «una estampa del Santo»; en Beas, con «un poco de tierra del sepulcro»; en Granada, con «una Reliquia»; en Almería, con «un bonetillo de estameña parda que había servido al Santo en su enfermedad»; en Córdoba, con «un sombrero del Santo»; en Andújar, con «una cadena que había ceñido el cuerpo del Santo»; y en Caravaca, Segovia, Salamanca y San Esteban de la Sierra, con «una Reliquia del Venerable Santo».

Sólo se vuelven a reseñar dos milagros producidos por la intervención de un dedo de fray Juan de la Cruz:

—«En Lisboa, en donde habiendo cortado un carpintero, que trabajaba en nueva casa, la mitad de un dedo que cayó a tierra, le puso el Padre Prior fray Bernardo de la Concepción, otro (dedo) que tenía del Santo, en la llaga, y al punto cesó la sangre, y el dolor, y pudo el hombre continuar su trabajo» (Dibuxo…, p. 46);

—«En Madrid, a D. Catalina de Aguilar, mujer del Licenciado Bernardo de Ochoa de Salinas, se le hendió de una caída un labio, en el cual dieron dos puntos, púsose sobre la herida un dedo del Santo, y cuando volvió al Cirujano, halló curado el labio» (Dibuxo…, p. 46).

Aunque suponemos que fueron los frailes carmelitas de Úbeda, en ningún momento se nos especifica quién o quiénes utilizaban el bendito pie de San Juan para sanar a los descalabrados ubetenses. Como tampoco se nos dice cómo un dedo del Santo llegó a manos del Padre Prior fray Bernardo de la Concepción en Lisboa y el otro dedo a las del Licenciado Bernardo de Ocha de Salinas en Madrid. De la misma manera, cuando el milagro es debido a la aplicación de «una Reliquia», nunca se nos precisa si ésta es una parte del cuerpo del Santo o se trata simplemente de un objeto que le perteneció como, según hemos visto, puede ser un bonetillo, un sombrero, una cadena, un poco de arena de su sepulcro, etc.

Las manifestaciones maravillosas siguen reseñándose en la parte final del Dibuxo… de fray Jerónimo de San José mediante la crónica de las «apariciones» del glorioso Padre. La referentes a Úbeda son las siguientes:

—«Aparecióse en la Ciudad de Úbeda, acabando de expirar a Luisa de la Torre, mujer muy espiritual y virtuosa, la cual, siendo arrebatada en el espíritu, le vio con su hábito lleno de resplandor, y que, estando de rodillas y los ojos alzados al Cielo, sustentaba en sus hombros la iglesia y convento de los Padres en la forma que después se labró» (Dibuxo…, p. 48).

—«En la misma Ciudad y noche visitó a D. Clara de Benavides, que le había regalado en su enfermedad, a la cual, estando durmiendo, despertó la criatura que traía en el vientre, que alborozada con la presencia del Santo, daba, como otro Niño Juan, saltos de placer» (Dibuxo…, p. 48).

—«Apareció también en esta Ciudad el año de 1607, en el aire, deteniendo y esparciendo un horrible nublado que amenazaba a Úbeda, y su término hecho Patrón, y amparo de la Ciudad» (Dibuxo…, p. 48).

—«Aquí mismo se apareció a Juan de Vera, que habiéndole un cohete cegado un ojo, y sanado repentinamente por la Reliquia del Venerable Padre, volvió a cegar porque no le dejaban levantar a oír misa, y dar gracias al santo; oyó interiormente su voz, que le dijo se levantase y fuese a la iglesia, y haciéndolo así, quedó del todo bueno» (Dibuxo…, p. 48).

Finalmente, la aparición que voy a citar a continuación, la refiero no sólo por ser la más excepcional y prodigiosa, sino porque se refiere «a la bendita carne del Santo» y porque también ocurre en Úbeda:

«Muchas otras veces se ha mostrado glorioso el Venerable Padre a diferentes personas, y en diferentes modos: pero donde con singularísimo y perseverante prodigio, no visto ni leído de otro algún Santo, se apareció innumerables veces, es en las Reliquias de su bendita carne. Donde se ven (a quien nuestro Señor quiere manifestarlo) misterios y figuras celestiales, de Cristo Señor nuestro, de su Madre Santísima, del Espíritu Santo en forma de Paloma, el Santísimo Sacramento, de Angeles, y Serafines, y de innumerables Santos del Cielo, especialmente del mismo Venerable F. Juan arrodillado ante Cristo Nuestro Señor, y la Sacratísima Virgen su Madre. Estas apariciones se comenzaron a manifestar el año de mil y quinientos noventa y cuatro, día de la Epifanía del Señor, en la villa de Medina del Campo, y después se han continuado con rarísimas maravillas en Segovia, Burgos, Zaragoza, Granada, Jaén y Úbeda» (Dibuxo…, p. 50).

Al lector le pertenece juzgar el grado de candidez de estas biografías de San Juan en el último tramo de su vida transcurrido en Úbeda.

Mi sencilla pesquisa acerca de las reliquias de «la bendita carne» que del Santo se conservan en el Convento de los Carmelitas de Úbeda no ha sido satisfactoria. Por otra parte, leo en la página 104 de la Guía completa de Ubeda y Baeza (2005), obra de José M. Almansa Moreno, que «en 1607 la ciudad de Ubeda logró la remisión de un brazo y una pierna del santo». En el Dibuxo… de fray Jerónimo de San José (1627) sólo se habla de un pie…

Lo mejor será ir personalmente a dicho Convento en octubre próximo, cuando la Asamblea general de AAMSU. Ningún escrito supera la realidad. E incluso así, leído lo leído, la prudencia es siempre aconsejable.

***

N.B.: Habiéndole enviado este escrito a José M.ª Berzosa, me ha respondido lo siguiente: «He bajado al museo para preguntar si tenían huesos de San Juan de la Cruz. Me han dejado entrar y los he visto: un fémur entero, un peroné partido por la mitad y dos últimas falanges de dos dedos (quizás sean los respectivos índices). Te lo comunico por si crees conveniente cambiar algo de tu aportación». Pues sí, lo que cambio de “mi aportación” es añadirle esta N.B. y agradecerle la molestia a nuestro amable redactor jefe. Y el lector estará diciéndose: «¿Por qué no se lo preguntaste antes…?».

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