Oigo vientos de cambio, o al menos se anuncian; que otra cosa será que sean vientos, vendavales o simples brisas. Mas quienes desean que les hinchen sus velas ya se ven alcanzados por los mismos, con fuerza de veloz singladura. Y una cosa son los deseos y otra las realidades: que los unos no tienen por qué convertirse en las otras.
Tal es la ya deseada inminencia que se ve en ella. Hasta algunos cazan la pieza virtual. Nada que objetar porque todo es ahora mudanza; pero me viene aquella frase de hay que cambiarlo todo para que todo permanezca. Porque en el fondo nada cambiará. Sin embargo, si en Andalucía se remueve el patio, el asunto traerá cola, mucha cola; no en vano habrán sido muchos años consolidando unas estructuras de poder, cooptación, clientelismo y dependencia ya enquistadas por lo corrientes (y por los réditos); si, además, también en el gobierno central ocurre previsiblemente lo mismo, ¿adónde acudirán los defenestrados de tanto pesebre establecido…?