Préstame la voz, que no el corazón

Querido Pepe:
Préstame la voz, que no el corazón. Y sin añadir una letra ni restarle una tilde, lee este mensaje a mi gente. A los que conozco y a los desconocidos. Que por ser fruto maduro de la Safa, todos son míos. Para todos, mi ¡salve! cordial y estremecido.
Ojos incapaces de recrearse en los encantos de sus amigas… Y brazos colgados, entumeciéndose de no abrazar a sus amigos… encogen el alma y achican la vida…

Me consuela saber que, además de mi fiel Stephan, otros me hubierais acercado a Úbeda -paraíso de mis nostalgias-. Y todos, como siempre, hubierais desovillado mi vida, dejándomela en mis treinta años batallones y entusiastas.
Sé que algunos me echaréis en falta. Yo, a todos, uno por uno… Y hondo, hondo me consuela saber que todo será un paso firme y exitoso hacia adelante. Donde hay bravura, amistad y entusiasmo, todo florea. Y estas reuniones ya no son una ocurrencia de nadie: son la voz profunda que os llama a ser la sal viva de la Safa.
Yo, que aún guerreo entre los vivos, al próximo encuentro, remozados mis ojos, reptando como una culebra he de acudir, a que me pongáis anhelos y juventud. Y entonces, con hambres retrasadas, contemplaré la hermosura de mis damas, vuestras esposas. Y a todos os llevaré el mejor de mis abrazos.
Gracias por ese nombramiento. Mucho gozo hubiera sentido saliendo a recogerlo -alba y ocaso- con Manuel Jesús Ballesta de la mano…
Muchas gracias.
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Publicado en: 2004-09-25 (65 Lecturas).

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