«Scheherezade» de Rimsky-Korsakov

RIMSKY-KORSAKOV (1844-1908)[1]
SCHEHERAZADE
El mar y el barco de Simbad (Largo e Maestoso – Allegro non troppo).
El cuento del príncipe Kalender (Lento – Andante).
El joven príncipe y la princesa (Andantino quasi Allegretto)
Fiesta en Bagdad, el Mar, el Barco se hunde contra las rocas (Finale – Allegro molto)
 
En los años ochenta del siglo XIX, Rimsky-Korsakov se centró en la música orquestal integrada en su mayoría por grandes poemas sinfónicos más que por sinfonías propiamente dichas; entre ellos cabe destacar el Capricho español, Scheherezade y la Obertura de la gran Pascua rusa. Considerado junto a Maurice Ravel uno de los padres del arte de la orquestación del siglo veinte, Rimsky- Korsakov pone de manifiesto en ellas las inmensas posibilidades cromáticas de la orquesta.

 

 

 

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Por San Blas

  Dedicado a Blas Velasco.

Ando todavía, en estos crudos meses invernales, flojucho y decaído, con las ideas arrugadas, marchitas y encogidas, que, por mucho que busco, pues eso, que no me las encuentro, que ni las veo siquiera con este temporal de lluvia y frío. Y el espíritu igual, mustio, pachucho y lánguido como los versos de Aleixandre:

Llueve tu amor mojando mi memoria,
y cae y cae. El beso
al hondo cae. Y gris aún cae
la lluvia.

 

 

 

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Un guirigay

Llegó a la Safa al final de los años cincuenta, procedente de la Universidad de Comillas. Inexplicablemente, al final del sesenta y dos dejaba Úbeda por prescripción de la dirección del Centro. En esos pocos años se ganó el afecto y la admiración de sus alumnos y de los pequeños que soñaban con llegar a la Segunda División para conocerle de cerca y vivir aquel mundo de libertad y actividad, producto de su inagotable imaginación. Creo que no hay parcialidad alguna en el comentario y que, en el tiempo que dedicó a las Escuelas, caló en nosotros mucho más hondo que la mayoría de los profesores con quienes coincidió. La prueba irrefutable es el increíble poder de convocatoria que, después de cuarenta años, mantiene entre los que le conocimos. Toda la comprensión que hubo para otras personas menos preparadas se le negó, repito, inexplicablemente. Sus acampadas serán inolvidables para los que tuvimos la suerte de vivirlas; sus viajes en auto-stop envidiados para los que no le pudimos acompañar y las obras de teatro que organizaba, después de tantos años, siguen vivas en nuestra memoria. Recuerdo como si fuera ayer la representación de Escuadra hacia la muerte en el Ideal Cinema.

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Un pañuelo… de taxista

 

A veces, al volver a casa, tengo la sensación de que en un semáforo, en la calle, o en el pasillo del parking, encontraré de nuevo al padre Pérez, con su carpeta bajo el brazo, el bonete calado hasta las orejas y el gesto firme y decidido, que viene de nuevo a leernos aquellas notas que tanto nos hacían sufrir.
Solemnemente, en presencia de todos los compañeros y profesores, cada quince días, tenía lugar la lectura de nuestras calificaciones. Textualmente, se evaluaban: Deberes Religiosos, Conducta General, Aplicación y Urbanidad.

 

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