Día: 28 de noviembre de 2003
27-11-06.
Queridos contertulios del Café, amiguitos y colegas, algunos conocidos o no, pero a los que supongo y tengo por amigos como espero que a mi también me consideréis. Hoy es 27 de noviembre y por consiguiente día del maestro. Vaya mi felicitación para todos los maestros que por estas páginas andáis merodeando.
Culturetas
07-11-06.
Estoy de acuerdo con Pepe del Moral en que la estructura de nuestra página web es la adecuada para una mayoritaria participación, gracias ‑no lo olvidemos‑ al difícil trabajo aglutinador de José M.ª Berzosa. También en la vuelta de quienes se han ido definitivamente o retirado de forma temporal. «Todos somos imprescindibles», dije yo en mi última intervención en el Rincón del Café. ¡Todos!, amigo, con lo que eso significa. Todos incluye a cultísimos doctores, filósofos divergentes, científicos innovadores…, pero también a humildes pensadores que aportan su parcela vulgar o cultureta. No siempre vamos a disertar sobre Kant, Ortega o Julián Marías. También las cosas cotidianas de la vida enriquecen la comunicación de los seres humanos, que es de lo que se trata.
Querido amigo Antonio Pedrajas
30-10-06.
(LO DE PAISANO Y COMPAÑERO SE NOS SUPONE)
Acabo de llegar del campo hoy domingo a no sé qué hora porque con el cambio me he hecho la picha un lío (no sé si es correcta la expresión) y, tras la ducha (que desde el verano ya tocaba) abro el rincón del café y me encuentro contigo. Fue grande mi alegría y no lo digo por decir ni por cortesía, que es mi modo habitual de hacer ni de decir, simplemente es lo que siento… y me siento a contestarte de mil amores.
Imprescindibles
29-10-06.
A estas alturas de la vida estoy tan confuso como en tiempos de mi buena educación jesuítica. Entonces, todo el mundo me imponía su verdad y yo acataba humildemente lo que otros pensaban por mí. Decían que era bueno y obediente, un buen chico. Incluso hubo quien pensó que tenía el perfil de un futuro sacerdote. Sólo me faltaba vocación. Pasó el tiempo y afortunadamente no fue así. Fui maestro, que también era cosa de buenos. Incluso maestro Safa, que imprimía carácter y era como una categoría superior. Con treinta y pocos años dejé la Institución. Yo había evolucionado democráticamente y no soportaba decisiones dictatoriales de nadie; veía absurdos planteamientos pedagógicos, falsas apariencias en personas que se movían por intereses particulares, preferencias hacia las clases mejor acomodadas… Úbeda quedó muy lejos y la decepción apareció, derrumbando todos mis ideales, que pronto fueron sustituidos por otros en la escuela pública.
Crónica de un día de «cole»
25-10-06.
Lo que pasa al principio de un nuevo curso: abrazos, lágrimas, los que no quieren entrar, los que no hacen más que hablar y gesticular y casi todos sin hacer caso al maestro ni al timbre.
—¿Y esos niños que llegan tarde?
—Salimos de Alcalá charlando de la venta de pisos, de los premios Príncipe de Asturias, del Real Madrid/Barça… y de pronto nos encontramos en una carretera desconocida y sin saber si nos llevaba a Úbeda o a Las Gabias…
A don José Fernández Rueda
23-10-06.
Hoy quiero apartar por unos momentos la ironía de mi palabra para hacer una presentación y un ruego a esta Asamblea soberana.
Yo lo recuerdo alto y fuerte con la boina negra pedaleando su rancia bicicleta o llevándonos cualquier fin de semana a conocer Almería en su “Dos caballos” de los años sesenta.
¡Ay, Almería; ay, calle Gerona y Barrio Alto; cuántos recuerdos, cuántas primeras veces vividas, cuántos sacos de agradecimiento…!
Holas alcalaínas
03-03-07.
José del Moral escribe en el Rincón del Café (“hace un montón de años”) que quería entrar pero que no podía, que le era imposible. Deseo que vuelva pronto y pueda entrar y que gocemos con su presencia y sus sirenas.
Lo que no ha pretendido, creo, es taponar la puerta. Así que, cafeteros todos, la puerta está abierta; es más, le hemos puesto unas luces de colores a lo Sabina y hemos quitado el pestillo simulado que tenía.
Cuento real
24-02-2007.
(Parece “contradictivo” el título, ¿no?)
Este año quiero contaros un caso que recuerdo de mi infancia.
En aquellos años, hace ya miles, como no teníamos ordenatas ni vídeo‑consolas, ni internet (sólo internado), ni edad para presumir ante las muchachas, ni dinero ni para siquiera comprarnos el lápiz de la escuela, pues eso, que uno de nuestros juegos preferidos era el de luchar en “el campo de batalla” con nuestras espadas que nosotros nos fabricábamos con una rama de olivo o el marco de una ventana vieja y los escudos de cartón que nos dejaba José María “el Pandereta”.
Volver una vez más
Ayer mismo hablé con mi hijo Diego sobre la importancia que tiene para mí volver, una vez más, a Úbeda. Le sorprendía tanta ilusión por un viaje habitual para nosotros, ya que varias veces al año nos damos una vuelta por Bedmar y Linares.
‑Fueron aquellos años de una intensidad irrepetible‑, le dije‑. A todos los que volvemos nos marcó el modelo educativo en el que crecimos. Compartimos miedos, éxitos, fracasos, despedidas dolorosas de amigos expulsados, balsámicos confesionarios de imaginarios pecados, estudios nocturnos en las gélidas noches de invierno, alarmantes noticias de misiles en Cuba, soledad, silencio, filas, disciplina, Rosario la cortijera un domingo a las siete de la tarde, misas, meditaciones, chatos con papas bravas al anochecer, Dos mujeres o Esplendor en la hierba, sotana en la puerta del Ideal Cinema, que más bien parecía la Gestapo; tardes de primavera, amaneceres marianos, sueños de libertad…
Holas alcalaínas
18-09-06.
También pasaba por este Rincón (tengo promesa) y aprovecho para decirle a Pepe del Moral que su artículo, “Carta con retraso y dirección incierta”, me ha hecho reflexionar.
Estos días tan atareados para mí (como padrino de boda), cuando la agenda se llena de teléfonos, tareas, encargos, etc.; cuando el colegio es un todo empezar, un sinvivir de cambios y novedades…; cuando te dejas arrastrar por fiestas y ferias de fin de verano y otoño naciente; cuando aún recuerdas el agua salada del mar (y las cañas de beber y las cañas con los espetos de sardinas, y…); entonces viene Del Moral y escribe un 15 de septiembre: