«Hoy toca San Isidoro», me dije…; y mira por dónde, me pierdo la explicación de las portadas norte y sur, pues asuntos familiares de última hora me obligan a llegar un poco tarde, a la cita con el doctor en Historia del Arte, Pablo Jesús Lorite Cruz. ¡Qué pena…! Menos mal que siempre podré recordar lo más sobresaliente consultando cualquier guía de Úbeda; aunque no con las certeras palabras y el genuino discurso de nuestro amable guía…
Ya dentro (en el frescor de la mañana, pues fuera hace ya calor veraniego), Lorite Cruz se sube al púlpito y, como si fuese el oficiante religioso, da las doctas explicaciones que esta iglesia precisa para su conocimiento, fijándose principalmente en su iconografía. Nos va lanzando, como el que no quiere la cosa, una serie de afirmaciones salidas de sus muchas horas de estudio y de su privilegiada cabeza, como si fuese una metralleta cultural (que ni yo mismo puedo tomar nota en toda su intensidad y profundidad…).
Los asistentes nos sentamos en los bancos de la iglesia y asistimos a una clase magistral ‑que bien nos hace‑, enterándonos de lo más sobresaliente de esta antigua y rica parroquia ubetense, de la que siempre he oído decir, en el argot popular: San Isidoro de oro…; San Nicolás de plata..; y las demás de hojalata…
Explica las muchas remodelaciones que en este edificio religioso se han hecho, entre las que no podía faltar la construcción de sus portadas ojivales por orden del obispo, don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, que siempre quiso dejar impresa su huella allí por donde pasó…
La gramática arquitectónica de Vandelvira se puede apreciar en esta iglesia, que ejecutó su discípulo, Alonso Barba, y que planteó su intervención como una réplica a la Catedral de Jaén, en la que trabajaba como maestro mayor. Da detalles de experto explicando las inmensas columnas ‑que todos observamos atentamente‑ con gran basamento, capitel (parte superior de la columna) corintio y con doble o triple entablamento (conjunto de molduras que coronan) sobre las enjutas (triángulos curvilíneos de los varios que forman el anillo de la cúpula)…
Desmenuza, con su encendido verbo, el programa iconográfico de las ocho virtudes inmortalizado en piedra: tres teologales y cuatro cardinales; y recuerda que para ser santo había que poseer cinco virtudes, con la octava que es la humildad o paciencia…
Las explica una a una fijándose principalmente en su iconografía e historia; y como además sabe mucho de la Semana Santa ubetense y andaluza (pues tiene publicados multitud de trabajos que así lo avalan) va remitiendo a detalles imagineros continuamente…
Sin fe no se puede llegar a ningún lado… pues Cristo resucitó; por eso tenemos que tener fe en la Resurrección de Cristo. La esperanza, virtud que nunca se pierde, está representada por el ancla que se clava…; y nos relata la mitología de la Caja de Pandora donde, al abrirla, únicamente queda, en el fondo, la esperanza; con corona también… La caridad aquí esculpida es muy naíf (de ingenuidad deliberada), pues la verdadera representación es la hija (que está criando…) y entra en la cárcel para amamantar a su padre; y que está bien plasmada en múltiples cuadros religiosos.
Las cuatro cardinales: justicia desenvainando la espada que es la Justicia Sagrada; fortaleza, la que tienen los santos en los martirios…; prudencia representada como espejo…; y templanza: venciendo el agua al vino; recordando que la misa se celebra precisamente con vino aguado, ya que en la antigüedad se mezclaba agua al vino para que éste se pudiese beber; y eso representaba que esa persona era templada…
Explica los escudos en piedra… Hace fijarnos en la cúpula, donde los cuatro evangelistas, con sus cuatro símbolos, nos están permanentemente observando.
Da múltiples detalles del cuadro Descenso a los infiernos: sangre de Cristo que es el vino de la eucaristía. La pintura está encima de San Isidro Labrador. Recuerda que en Úbeda sólo hubo trinitarios descalzos… Y hace lo mismo con el Cuadro de ánimas (antiguamente estaba detrás de la capilla de la Columna): se ve a Cristo con María y San Juan y, abajo, los pecadores… Recuerda que, por entonces, en todos los templos había una Cofradía de Ánimas que salía en procesión el día de San Miguel o el día de todos los santos; y era obligatorio darle limosna, si te la encontrabas, si no, habías de afrontar sus consecuencias…
Ahora habla de la imaginería del altar mayor: no hay fotos (o, al menos, él no las ha visto) de cómo estaba el altar mayor antes de la guerra civil de 1936… La arquitectura de esta iglesia es jesuítica. Luego se le hace el coro (Fray Benito Marín) y dos capillas más… Este templo funcionaba como una catedral con tres misas diarias. Después, hubo capillas pagadas por los burgueses, que también abonaban religiosamente sus respectivas misas… A partir del Concilio Vaticano II esto cambió y ya no se celebraron tantas misas, ni de espaldas a los asistentes; se creó una arquitectura racionalista con la aparición de la Capilla del Sagrario (de misa diaria) para nuevas construcciones y adaptaciones de las antiguas iglesias o templos; ya había misas públicas y no privadas… Destaca que los Apóstoles están esculpidos en madera con un extraño escorzo… Y que entre San Isidoro y el Señor están las Tablas de la Ley con los tres primeros mandamientos a la izquierda y el resto a la derecha…
Resalta la estatua de San Isidro, por no ser barbado y estar sin ángeles, como se suele representar casi siempre, clavando una lanza en el suelo, por lo que sale agua, produciéndose el milagro. La sacramental de San Isidro (en Madrid) tiene pozo y nos cuenta el milagro del niño que salió indemne después de haberse caído en él. Nos recuerda que el cuerpo de San Isidoro está incorrupto…
La Virgen de las Angustias, de Nicolás Prados López (que bebió su sabiduría escultórica de José Mora), representa a la Virgen con cara enfermiza, al igual que la de José Mora que estaba cuarenta días de ayuno antes de hacer sus esculturas…; quizás por eso, al final de sus días, se volviese loco… Nos aconseja, si tenemos tiempo, ver con detenimiento el realismo exagerado del Cristo representado, con su teatralidad y dramatismo. Nos explica, también, la Virgen con retablo de Palma Burgos.
Después de una hora y media hablando, le toca el turno a la capilla de la Columna, explicándonos el cuadro de entrada: Historia de San Felipe Neri. Fue antigua capilla del Sagrario (Santísimo Sacramento), que se amplió, y donde trabajó Palma Burgos. Según Pablo Lorite, es más interesante la Virgen que el Cristo…
El Cristo de Palma Burgos rompe con la iconografía que se llevaba hasta entonces (columna alta con el Cristo atado…). Él, coloca las columnas detrás y ata al Cristo también por detrás, no por delante, desestabilizando sus pectorales…; todo ello basado en lo que aprendió en Italia, en sus múltiples viajes… Busca un movimiento y una tensión, por lo que ejecuta un Cristo parecido al juicio final de Miguel Ángel, tomado de Berrogio. Este Cristo no asusta como el de las Angustias. Y lo muestra casi desnudo, pues no tenía pecado original…
«La Virgen de Palma Burgos es más genial ‑y mejor, insiste Lorite‑, pues imita a las sibilas de la Capilla Sixtina del Vaticano, de Miguel Ángel, del que tanto bebió. Es musculosa y fuerte, sólo en ella lleva la sibila (mujer sabia a quien los antiguos atribuyeron espíritu profético) a su máxima consecuencia…». Nos recuerda que Palma Burgos se basó en Dalí para ejecutar su Noche Oscura…
Una vez ha acabado, comenta que esta tarde tiene que dar otra conferencia. Francisco Javier Ruiz Ramos (presidente de Úbeda por la Cultura) nos recuerda que la próxima semana será San Pablo; y nos cita a todos los que queramos asistir.
Es la una de la tarde y cada cual se marcha a sus gustos o menesteres; aunque aún queda tiempo de ir rumiando todo lo oído, para demostrar, una vez más, que la cultura es suave bálsamo que atempera la trepidante y absurda vida occidental que, casi todos, llevamos por gusto u obligación.
La iglesia de San Isidoro, silenciosa queda; mientras, afuera, el tráfago de la cercana calle Nueva ‑a la que siempre, o al menos en mi juventud, llamábamos el tontódromo…‑ sigue ejerciendo de vía comercial que sirve de encuentro esperado o fortuito entre amigos, familiares o conocidos.
Úbeda, 11 de mayo de 2013.