Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- El truco del teléfono.
Al día siguiente, a las seis de la tarde y en representación del señor Velázquez, Claudia se presentó en casa del bombero, para acompañarlos en taxi a la oficina a firmar el contrato. Manolo y su mujer se sorprendieron de que la señorita se tomara tantas molestias con ellos; no obstante, agradecieron el detalle, mucho más si cabe, porque después de pasar la noche en vela haciendo números y recortando gastos de aquí y de allá, habían llegado a la conclusión de que con un sueldo de bombero raso, no se podían pagar las casi tres mil pesetas mensuales a que se habían comprometido. Así se lo dijeron a Claudia; pero como en la finca habían firmado una opción de compra, era lógico que pasaran por las oficinas a deshacer la operación, tal y como les dijo la señorita. Además, que al señor Velázquez le habían caído muy simpáticos y tenía para ellos una noticia muy agradable.