Por Dionisio Rodríguez Mejías.
IX
1.- Las malas artes.
Al llegar al despacho todos me felicitaron entusiasmados:
—¡Monstruo, que eres un monstruo! ¿Ves cómo tú vales para esto? ―me decía Paco, mientras estrechaba mi mano y me daba calurosas palmaditas en la espalda―.