Lo que san Mateo nos dice

Por Blas Fco. Lara Pozuelo.

El capítulo V del evangelio de Mateo ‑texto extraordinario‑ contiene el mensaje de amor del cristianismo: sus máximas prescriben lo que debieran ser las relaciones entre personas.

Sin embargo, ni este texto ni otros textos de los evangelios relativos a la caridad cristiana pueden de ninguna manera inspirar un orden de regulación social, tal como lo hace el Corán. Ni siquiera constituyen un paradigma viable, ni universalizable en el sentido de Kant, para regular el comportamiento individual del cristiano en sus relaciones personales.

¿El cristiano auténtico y consecuente con lo que propone Mateo tiene alguna probabilidad de éxito en un entorno social competitivo como el de nuestro tiempo?

¿Qué nos dice la teoría de juegos a este propósito?

Para responder a esas preguntas, se pueden hacer reflexiones con sola la pura lógica y el sentido común.

Pero también, responderlas apoyándose en unas ideas muy sencillas, inspiradas en la teoría matemática de juegos y su simulación por ordenador. Espero que todo esto sea comprensible.

Sirvámonos de un ejemplo. En el momento de creación de su novela o su pieza de teatro, el escritor imagina unos personajes que van a entrar en interacción, quizás confrontándolos unos con otros, a través de su obra. Con el ordenador, podemos hacer algo muy semejante. La simulación va a permitirnos fabricar un recinto virtual, como una especie de acuario en el que se mueven varias especies de peces, que serán como los varios personajes que deseamos que interactúen. Uno de ellos será el cristiano de Mateo, que presenta la otra mejilla y perdona setenta veces siete, etc. Otros serán personajes muy reales: el que devuelve «ojo por ojo y diente por diente», el aprovechado, el mandón, el «quítate tú que me ponga yo», el mentiroso, el seductor, el mediocre, etc. Cada uno de estos personajes está definido en el ordenador por su peculiar estrategia de comportamiento. Podemos introducir personajes con estos perfiles en proporciones diversas, fabricar un entorno de valores altos o degradados… Y ver qué es lo que pasa. Quién sobrevive, quién triunfa y quién prospera a lo largo de una serie de interacciones, que son como un reflejo de la vida. Un programa informático hace posible simular los comportamientos de los personajes diversos en miles de confrontaciones.

¿Qué resulta de la simulación? En un sistema de interacciones repetidas, los resultados de la simulación socio‑matemática permiten afirmar que el cristiano pierde en casi todos los casos, salvo ‑por ejemplo‑ en un entorno constituido exclusivamente por cristianos, o frente a jugadores sociales que aplican la estrategia pura del «ojo por ojo» (técnicamente hablando, «tit‑for‑tat»). Entornos casi inexistentes y puramente especulativos en la vida real, porque san Francisco de Asís ‑un cristiano ideal, según san Mateo‑ no hubiera durado una semana como presidente de un gran banco. Tampoco como presidente de un gobierno, porque las estrategias cristianas son desastrosas en un entorno político de egoístas, de ambiciosos, o simplemente de personas «que van solo a lo suyo», pareciéndoles muy natural.

En suma, que el Sermón de la Montaña alumbra una maravillosa utopía tan irrealizable, como la república de Platón, la ciudad del sol de Tomás Moro, los falansterios de Fourier, etc.

Analizando sobre el plano del individuo concreto, hay que reconocer que las malas interpretaciones de las bienaventuranzas han generado, a lo largo de los siglos de vida conventual, el estrago de centenas de millares de hombres y mujeres, psicópatas esquizofrénicos o simplemente desnortados, porque unas exigencias de virtud inalcanzables les habían hecho perder el sentido de la realidad en las relaciones humanas cotidianas.

Conclusiones prácticas

Mi reino no es de este mundo. ¿Y qué hacer, cómo nos comportamos en este mundo donde homo homini lupus y militia est vita hominis super terram? ¿A qué paradigma acogernos?

1.    Hay que combatir las utopías absurdas. Francisco de Asís, el hermano del staret Zósima de Dostoiewski en Los hermanos Karamazov no son modelos para uso común. Los Quijotes acaban chocando contra la realidad.

2.    Los evangelios no tienen por qué ser una guía completa de nuestras relaciones entre personas. Cada uno tiene que constituir su propia panoplia de estrategias y respuestas ante la amplia variedad de personajes y situaciones. La educación de los niños debe velar a que esa panoplia se vaya constituyendo en su sistema de respuestas, recordando la máxima evangélica: Cándidos como palomas y prudentes como serpientes. Vastísimo programa.

3.    Raspar del corazón toda clase de juicios y prejuicios, de malas intenciones, de actitudes egoístas, racismos de etnia, nacionalismos excluyentes, discriminaciones de sexo, de clase social, etc. Esa me parece ser la esencia del mensaje cristiano que nos trasmite Mateo. Ahí está la verdadera dificultad, que hacía decir a Kirkegaard que el ser cristiano era una élite de la humanidad.

bf.lara@hispeed.ch

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