Prólogo, 2

01-05-2012.

Por todo lo anterior, no parece que quede otro camino que reimplantar en estas comarcas la agricultura, aunque revestida con un traje nuevo.

Hay que poner en marcha una agricultura con más elementos productivos de origen biológico que industrial, orientada a generar más excelencia que vulgaridad, estructurada armónicamente con el turismo, sustentada más en la innovación que en la rutina, constituida más como empresa que como "finca".

Una agricultura que genere beneficios suficientes para que las personas que vivan de ella tengan la misma renta y disfruten del mismo nivel de bienestar social que los que vivan de los sectores productivos secundario y terciario. El día en que un joven se sienta feliz de trabajar en una explotación agraria, y piense que su vida tiene futuro desarrollando esa actividad, será síntoma inequívoco de que se ha frenado el creciente despoblamiento del mundo rural y, consecuentemente, se ha detenido el éxodo a los cinturones periurbanos de las grandes ciudades. Llegar a ese día no parece que sea fácil ni que se pueda producir a corto plazo. ¿Y qué tipo de agricultura es la que habría que desarrollar?

Esa agricultura está siendo denominada sostenible, y según el exministro de agricultura, Lamo de Espinosa, una de las vías marcadas para la implantación de modelos sostenibles de agricultura es la diversificación de especies para su aprovechamiento, introduciendo aquellas que contribuyen al equilibrio de los agroecosistemas.

El desarrollo de la agricultura, a lo largo de la historia, ha conducido a una reducción del número de vegetales y animales empleados en esta. ¿Saben muchos labradores de hoy qué son el azerion, el kadi, el huchaki, etc., cultivados por los árabes en el Aljarafe sevillano en el siglo XII? ¿Qué queda de aquellos palomares que existían en todas las casas españolas hasta mediados del siglo XX?, ¿y de los conejos, pavos, gallinas… y otras especies animales que se criaban en casi todas las casas de labor españolas? El perfeccionamiento de la agricultura ha ido acabando con muchas de ellas, fenómeno que se exacerbó extraordinariamente a partir de la llamada Revolución Verde. En China, de las 10 000 variedades de trigo existentes en 1949, solo quedaban unas mil en los años setenta. De las 7 000 variedades de manzanos censados en EE UU en el siglo XIX, en el siglo XXI solo han quedado un 14%. El entuerto producido se pretende solucionar recuperando especies vegetales y animales, variedades y razas, para preservarlos de la erosión genética que ha ocasionado la hiperproductividad agraria.

Columela (siglo I) citaba, entre los volátiles presentes en la agricultura española de su tiempo, a una especie gritona y con pintas en su plumaje que los labradores llamaban pintada o gallina de Guinea; y cuando, a mediados del siglo XX, el campo todavía estaba lleno de cortijos y alquerías, esta ave acompañaba a las gallinas, patos, pavos… que merodeaban alrededor de los caseríos. ¿Se podría recuperar esta especie para integrarla en los sistemas de producción de la agricultura sostenible extremeña? Ese ha sido uno de los objetivos que un equipo de investigadores de la Junta de Extremadura emprendió hace veinte años.

En España, las plagas de langosta han sido el paradigma de las desgracias que, como una maldición, aparecían por el campo para provocar la miseria del mundo rural. Hasta mediados del siglo XX, su control se hacía por medio del fuego, la destrucción manual del insecto o con labores de arado. El descubrimiento de los insecticidas clorados y su aplicación contra este insecto, a partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, redujo las zonas afectadas a determinadas comarcas donde el insecto es endémico ‑por el norte, Los Monegros (Aragón); por el oeste, Ledesma (Salamanca); y, por el sudoeste, en una gran área formada por La Serena (Badajoz), Los Llanos (Cáceres), Los Pedroches (Córdoba) y el Valle de Alcudia (Ciudad Real)‑. Desde me­diados del siglo pasado, las plagas de este insecto se han reducido a esas comarcas y se han controlado muy eficazmente, ¿pero a qué precio?: a costa de aplicar miles de toneladas de insecticidas. Primero fueron clorados (DDT, HCH); más tarde, fosforados (fenitrotion y malation); y, actualmente, piretroides (deltametrin) e insecticidas biorracionales (diflubenzuron), con lo cual el control de estas plagas produce, indirectamente, la contaminación del medio ambiente.

El control de las plagas de langosta con insecticidas está bien justificado, pero ello produce una triste paradoja, y es que ese procedimiento está provocando, probablemente, la pérdida de una de las mayores riquezas de estas comarcas pobres; riqueza que es su primitivismo, un extraordinario factor de calidad para los pocos productos agrarios que se producen en ella: quesos, carne de ovino, caza, miel y poco más. Razón por la cual parecía necesario empezar a buscar un procedimiento nuevo de control biológico de la langosta, poco o nada impactante sobre el medio, y tan eficaz como los insecticidas de síntesis. Entre esos procedimientos, se eligió la depredación. Y, si el animal depredador tenía interés en la alimentación humana, ese animal se comería a la langosta y el hombre se comería al depredador, transformando, de esa manera tan elemental, una calamidad en una fuente de riqueza.

Para determinar ese procedimiento de control biológico mediante depredación, se hizo un estudio previo, partiendo inicialmente de cuatro especies de aves: el pavo (Meleagris gallopavo L.), la perdiz (Alectoris rufa L.), la gallina (Gallus gallus L.) y la pintada (Numida meleaqris L.), eligiendo la pintada por los buenos resultados obtenidos en los ex­perimentos realizados. Con esta ave depredadora se desarrollaron dos proyectos de investigación financiados por el INIA, FEDER y la Junta de Extremadura, comprobándose que las plagas de langosta pueden ser controladas mediante la utilización de pintadas mantenidas en instalaciones elementales y en libertad casi total. Los experimentos desarrollados no solo sirvieron para demostrar la eficacia y viabilidad económica del procedimiento, sino que también se comprobó que las pintadas que se alimentan de manera espontánea y "ad fibitum" con langosta, además de otros artrópodos y granos, presentaban unas excelentes cualidades organolépticas.

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delmoraldelavega@yahoo.es

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