Un puñado de nubes, 41

11-05-2011.

Como León no lo había llamado, Alfonso pensó que podía poner en marcha el plan previsto. Dentro de unos minutos serían las diez de la noche, el hijo del mafioso Nicola traería en su coche a Aymara, el timbre de la verja sonaría cuatro veces y poco después aparecería ella, esbelta y bella, en el umbral de la puerta. Colocaría en el vestíbulo su bolso y chaquetilla, y luego, con paso decidido vendría al salón y se sentaría en un rincón del canapé. «Esta noche será la última vez que lo haga y yo, probablemente, también la última que la vea».

Alfonso se dijo que apenas dispondría de una hora para decirle a Aymara que había llegado el momento de su liberación y para explicarle lo que tenía que hacer. Preparó algo de comer, porque sabía que siempre venía con hambre. Cuando terminaba de colocar el plato y una cerveza sobre la mesita del salón, oyó sonar cuatro veces el timbre de la verja.

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