A Jaén, a su olivar

19-02-2010.
Hoy yo quisiera cantar
a mi tierra de Jaén,
o quizás mejor diría,
un cantar a su olivar.
A ese centenario árbol
que tiñe de gris sus campos,
es fuente de riqueza,
es su caudal de trabajo.

Por sus montes, su laderas,
por sus valles y sus llanos,
todo lo puebla este árbol,
ese olivo legendario.

Ya Jesús, cuando vivía,
a su Padre le imploraba,
a los olivos se iba,
a rezar bajo sus ramas.
Allí pasaba las horas,
en penitencia sagrada;
la chusma allí le prendió,
su calvario allí empezara.
De noche, cuando la luna
con sus rayos blancos baña
esas aceitunas negras,
se ven brillar como plata.
De ese referido árbol,
de él todo se aprovecha;
incluso esas hojas verdes,
que todo el año lo pueblan.
Como pasto de ganado,
que con deleite nos rumian,
en esas noches de invierno
en el establo sestean.
A su tronco hecho astilla,
a sus troceadas ramas,
a sus raíces torcidas,
calor en pasto de llamas.
El fruto que da este árbol,
tiene aplicaciones varias,
cuando se recogen verdes
o negras ya sazonadas.
La aceituna verde o negra,
cuando está bien aliñada,
tiene un sabor a gloria,
cuando se toma de tapa.
En las bodas y banquetes,
en ninguna fiesta faltan;
como postre las come
una inmensidad en casa.
Hay quien las prefiere enteras,
otros las toman rajadas;
a mí, las que más me gustan
son las que están machacadas.
Pero que de apaño tengan,
el tomillo, eso sin falta,
el orégano, ajo, hinojo
y cáscara de naranja.
El aceite de este fruto,
una vez ya molturado,
yo diría que es oro líquido,
por ser tan rubio y dorado.
Para guisos es el primero,
y bien sirve en el perol;
este es el único aceite,
que no da colesterol.
Y la importancia que tiene,
es más grande que el petróleo:
hasta en la iglesia nos sirve,
para dar los Santos Óleos.
Ya que hablando estamos,
o haciendo justicia de él,
tiene más aplicaciones,
en las cosas de comer.
Ensaladillas: ¡qué aroma!,
qué sabor más exquisito
tiene el pimiento, el tomate,
la cebolla, todo unido.
La recogida del fruto,
es un trabajo pesado,
pero el hombre y la mujer
lo realizan con agrado.
La mozas ya van cantando,
desde que salen de casa;
por caminos y veredas,
hacia el tajo, prestas marchan.
Y también los vareadores,
con sus rectas varas largas,
todos se unen a ellas,
y, juntos, alegres cantan.
Y, cuando en el tajo están,
los muy hombres vareando,
ellas siempre van detrás,
de rodillas apiñando.
Entre chistes, chirigotas,
así el día va pasando,
así todo va mezclado,
entre bromas trabajando.
Porque el trabajo, señores,
se hace con alegría;
si no lo hacemos así,
¡qué será de nuestra vida!
Esos campos luminosos,
llenos de luz y alegría,
forman mi tierra querida:
Jaén de mi Andalucía.
Y ya Jaén de la verde,
de la plateada oliva,
cuando de ti me retiro,
me dejo allí la alegría.
 

 

FERNANDO SÁNCHEZ CORTÉS
20-09-1984

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