Un puñado de nubes, 05

09-02-2011.
Aquel día en que se desató la fuerte borrasca, por la que León tuvo que darle el esquinazo a su amigo Alfonso, éste, efectivamente, lo estuvo esperando en el bar más de una hora. Apenas había clientes. Sentado junto a la ventana enrejada que da a la calle, Alfonso contemplaba con cierta melancolía las bandadas de hojas arrugadas que se desprendían de los árboles. Después de saborear plácidamente el cortado, y a punto ya de terminar su primer coñac, decidió llamar a León para que le explicara su tardanza; pero el bolsillo donde solía poner el móvil estaba vacío. Tanteándose todos los bolsillos del chaquetón, se preguntaba:
—Pero, ¿dónde carajo lo habré dejado? ¿Y si se me ha caído por la calle?

Continuar leyendo «Un puñado de nubes, 05»