“Los pinares de la sierra”, 103

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

5.- Paco, jefe de ventas.

El día que regresó a la oficina, nos reunieron a los vendedores en el despacho de dirección, para comunicarnos el estado de salud del señor Bueno y elegir a la persona que, a partir de entonces, ocuparía su cargo. Cómo había cambiado. Estaba muy pálido, tenía la boca torcida y caminaba apoyándose en un bastón, mirando a su alrededor con una sonrisa, cándida e infantil, y hablando con dificultad. Nos observaba con la mirada fija y cara de pena. De cuando en cuando, una gruesa lágrima brotaba de las comisuras de sus ojos y se precipitaba por sus mejillas.

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