Por Dionisio Rodríguez Mejías.
4.- La guasa del amigo.
Hasta que conocí a Graciela no había vivido una aventura con ninguna chica, pero tenía cuidado de no comentarlo con nadie: en primer lugar, porque no quería quedar como un pardillo; y en segundo, porque aparte de Paco, que no hubiera entendido mis sentimientos, tampoco tenía confianza como para contárselo a nadie más. Y finalmente, porque nunca me han gustado los mentirosos ni los fantasmas, y a la mayoría de hombres les gusta contar historias sacadas del cine o de algún folletín, como si fueran ellos los protagonistas. O sea, que como mantenía mis preocupaciones en secreto, el sufrimiento era mucho mayor.