“Los pinares de la sierra”, 49

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

VIII

1.- Anulación de la venta y consuelo de Graciela.

Lo que más me dolía no era ver cómo volaban de mi bolsillo aquellas treinta mil pesetas que tanta falta me hacían y que ya daba por ganadas. Tenía pensado comprarle a mi madre una pulsera de oro que costaba siete mil, y con el resto renovar mi vestuario para estar a la altura de Paco, ahora que empezaba a salir con Gracy. ¡Comprar, comprar! Cuánta razón tenía el señor Bueno cuando decía que el sentimiento más profundo del alma humana era ganar dinero para satisfacer nuestras necesidades y caprichos. No obstante, en aquella ocasión, lo que más me disgustaba no era el dinero, sino presentarme en “Los intocables” ante Paco y las chicas, confesarles mi fracaso, y decepcionar a Genny, que también habría ganado unas pesetillas si la operación se hubiera llevado a cabo. Eso, sin contar con las bromas y los comentarios de Paco, que se pintaba solo para burlarse de las contrariedades de los demás.

Lo único que no se me había pasado por la cabeza es que las chicas se echaran a reír cuando se lo contara; y, sin embargo, eso fue lo que hicieron tanto la una como la otra. En cambio, Paco estuvo mucho más benévolo; al percatarse de mi desolación, me puso la mano en el hombro, pidió una cerveza y me dijo:

―Javi, no te preocupes, cosas como esta suceden a veces. Te lo aseguro.

No sabía qué contestar ni me atrevía a mirar a las chicas a los ojos. Un aluvión de negros pensamientos empezó a revolotear por mi cabeza, e incluso pensé que lo mejor era dejarlo. Olvidarme de aquellas ridículas payasadas y abandonar la venta de parcelas para siempre. Estaba decidido a refugiarme en los estudios, que era lo más serio y lo único que podía resolver mi futuro. Al volver a escuchar las risas de las chicas, levanté la cabeza y Gracy, aquella preciosa morenita argentina, cogió mi mano y acercó su cabeza a la mía, susurrándome al oído:

All you need is love. All you need is love. All you need is love, love. Love is all you need. Como dirían en mi tierra ―dijo, al ver mi expresión de asombro―. Lo que vos “necesitás”, es amor. Sí, amor. El amor es la mejor medicina para el alma.

Genny me miró sonriendo, para quitarle importancia al asunto.

―Mira, Javi, en un momento u otro de la vida, estas cosas le ocurren a todos los hombres, sobre todo, cuando no tienen experiencia ―soltó una carcajada y me dijo―: Porque tú eres virgen todavía, ¿verdad que sí?

Detrás de mí, Paco le decía que sí con movimientos afirmativos de cabeza y animaba a la francesita para que me siguiera preguntando.

―Y a ti, ¿qué te hace suponer que yo soy virgen? ―repliqué—.

―En realidad, no lo sé; pero apostaría cualquier cosa a que estoy en lo cierto. Eres bueno, sensible, noble…; perdona, pero en algunas cosas pareces un niño. Estoy de acuerdo con Gracy y me alegro por ti. Estás en buenas manos. Espero que, a su lado, sepas muy pronto lo que es el amor, y te aseguro que nunca olvidarás esa primera vez.

―Pero antes tendrás que negociar con Marisol el precio de la cama de matrimonio ―dijo Paco, sin poder aguantarse la risa―. ¿Vale? No sé si sabes que Gracy ha sido la última en llegar al Palace, y duerme en una cama que es poco más que un “plegatín”. Lo digo, porque cuando se torea por primera vez, conviene hacerlo en una buena plaza para que la corrida no acabe en bronca y lanzamiento de almohadillas. ¿Vale?

Las chicas no paraban de reír y yo, ante el giro que tomaba la conversación, me olvidé de la venta que acababa de perder y empecé a pensar lo maravilloso que sería pasar una noche con Graciela. La imaginé completamente desnuda, echada en la cama junto a mí y abandonada a mis caricias, mientras susurraba a mi oído: All you need is love o aquellas palabras que me decía mientras bailábamos un tango en “La Paloma”: «Me vas a volver loca».

―¿Sabéis qué hora es?

Las palabras de mi amigo interrumpieron mis obscenos pensamientos.

roan82@gmail.com

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