Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- Sombras de duda.
Hubo un nuevo silencio y volvió a preguntar.
—Alberto, ¿por qué no aclaramos esta situación? ¿Por qué no me hablas con sinceridad? Presiento que algo te aleja de mí. No sabría decir qué es, pero lo noto. Estás ausente, como si te atormentara alguna cosa. No me atrevo a preguntarte qué te ocurre, pero tengo la sensación —al decir esto se le quebró la voz y a punto estuvo de echarse a llorar—…, tengo la sensación de que te estoy perdiendo. ¿Te estoy perdiendo? Alberto, por favor, no me engañes. He tenido unas ideas tan raras… Pensaba que no tendría valor para decírtelo. A veces, pienso que me vas a dejar. Si crees que soy culpable de tus preocupaciones, dímelo. Lo comprenderé y haré lo que me pidas; pero, si no sucede nada, dímelo también. Necesito saberlo.