Por Mariano Valcárcel González.
Ahora, que todo anda al revés y que nada de lo que era parece consistente; ahora, que por un puñado de votos que se pueden traducir en la permanencia del sistema corrupto casi matamos o vendemos a nuestro propio padre; ahora, que todo se difumina en una nube de irresponsabilidad, da gusto encontrar personas que parecen nadar contra corriente.
Porque son en verdad las que nos permiten mantener las referencias, aparentemente perdidas, de lo que se fue o de lo que debiera seguir siendo. Y que es lo que nos puede mantener en la esperanza.