Esto era una vez…
Una guapísima niña que, desde siempre, había sido un manojo de nervios, ya que no paraba ni un momento en cualquier lugar, especialmente en clase… Todo lo tenía que comunicar; aunque le conllevara enemistades innecesarias… Pero su forma de ser, su tesón y obstinación en hacer todo lo que le dictaba su conciencia no le permitía desviarse de su camino.
Le gustaba mucho dibujar y hablar de todos los temas posibles. Y ya desde pequeña, odiaba que le echasen demasiados deberes para casa, como cualquier hijo de vecino; pero al final, aunque protestase, siempre cumplía lo que le ordenaban. Por eso, fue modelando su personalidad de manera portentosa, pues, aunque al principio no le gustaba demasiado la escuela (por el trabajo que le ocasionaba, principalmente), alcanzó a comprender que era el único camino para aprender y llegar a ser una persona respetable el día de mañana.
¡Y vaya si lo consiguió…! Al ser tan cariñosa con sus familiares y amigos y, en especial, con su profe (que no quería que la abandonase nunca…), su esfuerzo y su aguda inteligencia práctica (pues conocía toda la información que circulaba por su clase, e incluso por el colegio…) hicieron que comprendiese que su idónea profesión tenía que ser periodista: su intrepidez y valentía, así lo avalaban; por lo que viajó por diferentes paises del mundo, siempre escribiendo su especial punto de vista de los múltiples acontecimientos que hubo de cronicar.
También se enamoró perdidamente, pues era tan romántica…; pero esta historia la dejaremos para otra ocasión.