La penúltima

Tras EGB… LOE, LOGSE, LODE, LOMCE… ¡Y lo que te rondaré morena!

Todo es mudanza y alteración de las cosas, para que las cosas funcionen como el culo, si no es por la veteranía y sensatez de algunos, que siguen a su trabajo sin dejarse manejar más que lo estricto. Y algo de lo mareado se logra salvar. Pero es gracias a la discrecionalidad de los profesionales, no a las directrices recibidas.

Hay que admitir que la ley es la ley y es exigido su cumplimiento desde las más o menos altas instancias administrativo‑políticas. Y es un imperativo que, aunque choque con la lógica muchas de las veces, hay que obedecer.

La penúltima reforma (estoy convencido de que durará poco) está ya en el horno del pastelero. Y conviene tenerla en cuenta, porque puede tener ingredientes más que digeribles, si se puede eliminar lo incomestible añadido y mejorar bastante el envoltorio en el que se servirá. Que no todo es hacer crítica, porque viene de manos de la reacción derechista.

Los que hemos servido en el campo de la enseñanza (fuera de círculos y sectas demagógicas), siempre dijimos que la deriva era errónea y que había que rectificarla. Como acá los principios doctrinarios (de unos u otros) se consideran inamovibles, pues que no se lograba enderezar nada. O muy poco. Siempre dijimos que destrozar la Formación Profesional era un error de bulto, que traería malas consecuencias; pues así lo ha sido: nos encontramos con una gran cantidad de jóvenes sin estudios rematados y sin cualificación alguna para ejercer un trabajo con cierta garantía (de todos), pues se ha preferido, en el modelo laboral español, la mano de obra barata y sin cualificar. Y ahora dicen darse cuenta. Como errónea ha sido la política de universalizar numéricamente el acceso al nivel universitario: que todos los españolitos nuestros debían pasar por la Universidad; siendo así que ello se logró (salvo lo anterior comentado), ahora nos encontramos con gran cantidad de jóvenes que están titulados, pero no tienen salida laboral (al menos acá).

Pero es que no se quiso tampoco tener en cuenta que las bases de la calidad y de la eficacia de la enseñanza se ponen desde los niveles iniciales; desde la Educación Infantil (que no sólo y únicamente es jugar, cuando también permite el inicio a las destrezas) y el primer ciclo de la Primaria. Ahí están las raíces, que requieren buen sustrato y buenos jardineros. Y eso se olvidó. Ni siempre han estado los mejores profesionales en estos niveles (en especial en el primero y segundo de Primaria, que se los dejaban a los que llegaban nuevos a los centros) ni se les ha valorado su trabajo, siendo los peor remunerados y los que aguantaban los horarios más amplios y rígidos. Las carencias en estos ciclos se pagan después, puesto que se van arrastrando irremisiblemente. Pasan a los niveles de Secundaria, ya lastrados, y llegan, por ese imperativo de universalidad, a los niveles universitarios con tremendas lagunas. Para nadie era un secreto que la calidad en el nivel de conocimientos y de cultura de los estudiantes era deplorable; todos lo decían, pero no se hacía nada por remediarlo. Sí, sí; ya sé que se repetía eso de que teníamos «las generaciones mejor preparadas», mas habría que juzgarlo con ciertos filtros imprescindibles para saber de qué se estaba hablando realmente.

Una enseñanza de evaluación continuada es posible y necesaria, pero también es necesario establecer ciertos controles en algunos tramos, para constatar la verdadera adquisición de los objetivos pretendidos, o intentarlo de nuevo. Que esos controles deben hacerse de forma objetiva y universal (en todas las enseñanzas y en todos los centros) debiera ser innegociable; y ejercida la facultad por el Estado. Así se evitarían las discriminaciones y los favoritismos (que benefician a la enseñanza privada, en general); llámenseles reválidas o lo que se quiera. Es objetivo considerar, por sus consecuencias habidas, que el sistema hasta ahora ha llevado a una baja de calidad enorme, porque el afán de equidad indiscriminada y a ultranza no puede más que llegar a eso. Y no establecidas ningunas vías (en la práctica) para compensar esta evidencia, sino el intentar evitar fracasos y abandonos (con escasos resultados), al final, todos los escolares pasaban por todos los niveles como fuese.

Se olvidó que la enseñanza tiene tres niveles básicos y que esos niveles son piramidales; de tal forma, que los más altos deben ser consecuencia de una depuración cualitativa para conseguir que, a nivel universitario, quienes están ahí posean la cualidad de la excelencia. No es clasismo ni discriminación restrictiva por exclusiones sociales; es aplicar una realidad que siempre se debiera haber contemplado como básica.

Por eso, a niveles intermedios, sí que se deben habilitar unos tramos o recorridos a elegir en su momento. Discutible será establecer el momento en el que eso se haga, puesto que la decisión es compleja (intervendrían alumnos, padres, centros).

Ahora se trata de ir racionalizando de nuevo este entramado. No es malo, si se puede hacer bien. Pero (ya sale el pero) da la desgraciada impresión de que, en lo propuesto, hay más un componente de discriminación social y económica, de clases, que otra cosa; ya que, si no se garantiza el acceso a los niveles deseados de TODOS los que para ellos tengan capacidades (no sólo económicas), entonces el sistema está viciado y es clasista; por lo que vemos, la reducción de ayudas y becas a quienes no tienen capacidades económicas es ahora real.

Y, para colmo, se aprovecha algo que puede tener sentido y razón para meter a la fuerza el tema de la religión. Como si ello fuese imprescindible para la mejora del sistema educativo. Un desacierto que favorece las críticas de quienes no están de acuerdo con que se modifique el estado actual de las cosas.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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