Al mediodía crecen las palabras
como tallos de menta.
El ímpetu sonoro del almuédano
se sostiene en las alas de los pájaros.
El aire es preceptor de los gorriones
que nunca llegarán a los oasis.
Una voz misteriosa
que llega del desierto
recita nuevas suras
y la mezquita enciende
sus rayos de azulejos.