Un puñado de nubes, 36

29-04-2011.

Las manos de Teresa temblaban al liberar de las gomillas las esquinas de la carpeta azul. Allí dormían los recuerdos íntimos de sus padres. Había una carta que su padre le escribió a su madre sin sospechar lo que el destino les tenía preparado:

15 de febrero de 1995.

Queridísima: Los días se pasan volando porque te llevo a todas horas en el corazón. El viernes, en cuanto termine en Cajasur, cojo el coche y estoy contigo. Llegaré sobre las tres y media y nos vamos a comer. Te mando un puñao de besos. León.

—El Director me mandó a la sucursal de Mairena del Aljarafe para tratar de solucionar un problema de contabilidad. Estuve una semana.

—Lo recuerdo, papá, porque cumplía mis 18 años y porque me estaba sacando el carné de conducir y estaba impaciente para que me enseñaras a practicar la rampa con el coche en el polígono de San Pablo.

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