El final del anterior capítulo tiene como causa causarum los hechos de la Guerra Civil en el Cerro del Cabezo que, en 1966, Julio de Urrutia los narró titulando su obra El cerro de los héroes.
El humo de las balas se disipó. El salón vuelve a su habitual partida de cartas. Tertulias. Uno que entra, otro que sale… Todo en orden. Antonio Lara nos trajo aire fresco de los Alpes, que a todos nos vino bien. Pepe Aranda cambió el tercio con duros momentos del pasado que ya nunca volverán. El demagogo presidente, descrito por Dionisio, podría ser, cambiando algunas palabras, cualquier líder del bando contrario, expertos en aplicar sus propios errores al adversario.
Entendemos por Medio el conjunto de factores físico‑naturales que influyen en los individuos, y por Ambiente los estímulos socioculturales que actúan sobre las personas, pero que han sido creados por ellas mismas. Este trabajo pretende unos objetivos, encaminados a formar un pensamiento científico con el que tener acceso al descubrimiento de los fenómenos naturales que nos rodean, delimitados muy especialmente al mundo vegetal. Estos objetivos son:
No se saciaba de familia, de pueblo, de campo y de sol. Leía literatura. Estudiaba pedagogía. Visitaba a familiares y amigos… Y la iglesia por las tardes era toda suya.
Sigo con interés vuestra tertulia (en la que intervine un par de veces) y, una vez más, constato que, como ya dije en otra ocasión, se puede empezar el diálogo intercambiando opiniones, pongamos por caso sobre un tema tan abstruso como lo es el del sexo de los ángeles, pero casi inexorablemente se terminará en un enfrentamiento, más o menos duro, entre la izquierda y la derecha, cada una con sus respectivas ramificaciones.
Ahora mismo no sé si es refrán, dicho popular o sentencia evangélica. Al caso, es lo mismo. Lo digo por aquello de que “no hay más ciego que aquél que no quiere ver”.
La fe es una constante del ser humano como “animal social” (que dirían los griegos de la antigüedad). La fe es creer en los hechos y dichos de otras personas, sin haber sido testigos directos de ello, sin haber “experimentado”. En este aspecto es “racional”, porque nos fiamos y “racionalmente” aceptamos la sinceridad del que nos habla. Esto nos tranquiliza y nos da seguridad.
En la plaza no cabe un alfiler. Multitud de banderas ondean al viento, alegres y orgullosas. Los altavoces repiten incansablemente canciones de Ramoncín, Sabina y Ana Belén, que algunos cincuentones, con lágrimas en los ojos, tararean emocionados. El señor alcalde, aprovechando el desnivel de los escalones de la iglesia, ha instalado, en interés del colectivo, una gran tarima de madera que, temporalmente, impedirá a los fieles acceder al recinto sagrado. El cura protestó enérgicamente y fue necesario recordarle que “quien manda, manda” y que los derechos del sacerdote son tres: oír, ver y callar.
Yo pienso que el presidente Zapatero es un buen presidente, uno de los mejores presidentes de la historia de España, querido Almagro. Lo pienso sinceramente, aunque a algunos les produzca risa. Lo argumentaré después. Antes, sólo unos matices a tus comentarios: ¿dónde he dicho yo que estoy a favor de que Irán tenga la bomba atómica? (Dos veces lo citas). Lo que he dicho es que ningún país debe tenerla y que si la tiene Israel, ¿por qué no Irán? (Preguntan en la otra orilla, no yo).
Está bien, amigo Alfredo. Te habrás quedado a gusto con tu último escrito.
Nunca ha estado en mi ánimo crear ni alimentar la crispación en este Rincón. Me he limitado a seguir en el mismo tono en que lo encontré; pero parece que mis intervenciones no han sido muy afortunadas. Lo siento. Mantener una correspondencia epistolar en este ambiente no es bueno ni para la salud, que es lo más importante. Por eso voy a ser extremadamente breve en la que, quizá, sea mi última intervención.