Reflexiones ante una “Procesión general”

Noche fresca, noche dulce… La banda del Santo Entierro circunvala la plaza de Santa María (son las 21:45 horas) con sus luces encendidas y con sus majestuosos trajes negros ondeando al viento. Se oyen sonidos, ruidos y/o ecos de tambores a paso ligero que ya han bajado ‑o lo están haciendo‑ por las calles Real o Montiel. La grúa preside majestuosa tras la espadaña derecha de Santa María, cuya puerta norte está abierta ‑cual ventana a la esperanza‑ para que el Santo Entierro salga…

Permanecen estáticos y aparcados los santos: en la esquina del desastroso edificio de los Juzgados, las Angustias y el Descendimiento ‑bellísima talla de Marcelo Góngora‑…; mientras, La Columna y María Santísima de la Caridad se encuentran en la calle peatonal, frente a Santa María. Multitud de cofrades, fotógrafos aficionados… deambulan alegremente por el ambiente. Todo constituye un magma humano que desborda y sobrepasa intereses espurios de todo tipo…

Acaba de salir el Santo Entierro con sus cuatro antorchas encendidas que impresionan, pues más parece que el Señor quisiera venir a recordarnos que no se ha ido para siempre… El público se asusta por el toque bronco y quedo del Santo Entierro. La luna asiste expectante a este gran acontecimiento, religioso y laico, que nuestra Úbeda, Patrimonio de la Humanidad, nos regala cada año.

Andrés de Vandelvira, desde su peana, ha sabido escoger el mejor sitio para presenciar esta inigualable procesión, que últimamente arrastra problemas. Esperemos que no sean imposibles de solucionar… ¿Qué inconveniente hay que se hiciera el Sábado Santo y no el Viernes Santo por la noche? En el Sábado Santo sería mayor su protagonismo y luciría con su máximo esplendor…

El Huerto de los Olivos y el Cristo de la Humildad aguantan ante la explanada de El Salvador y el Parador de Turismo para pasar. La Virgen no tiene más remedio que ver a su Hijo Unigénito, ya muerto…

Pasa en este momento, ante mí, el Cristo yacente del Santo Entierro que, con sus cuatro antorchas de luz, ilumina el espacio exterior ‑y el interior que cada uno llevamos dentro‑. ¡Cuántas dudas, cuántas vicisitudes, cuántos engaños, cuántas falsedades… abrigamos los humanos! ¿Ha de llegar este aldabonazo interior para darnos cuenta de que lo más importante es el servicio a los demás…?

A mis espaldas se encuentra paralizado el Cristo Crucificado, aguarda silencioso y poco iluminado en el pasaje de Jesús, justamente adornado de flores, como todos los tronos que exornan y glorifican el ambiente semanasantero de esta santa noche… La iluminación excesiva y poco apropiada de los edificios de la plaza de Santa María impide gozar de ese ambiente de recogimiento, bastante modificado, que antaño gozó… Carritos por doquier molestan al viandante y observador. Los globos, cruces guías civiles, presiden el ambiente. Se producen múltiples flashes, pues móviles fotógrafos quieren inmortalizar lo que su frágil memoria no sabe ya atrapar. Es una pena que la Soledad, este año, no salga en esta original Procesión General que tanto caracteriza y resalta a nuestro pueblo. ¡Es una conquista que no se debería perder por el excesivo protagonismo de unos y otros…!

La puerta de la Consolata permanece entornada. La gente quiere entrar tras salir el Nazareno y La Caída. ¡Hay una ansia desbordante por observar esas obras eternas que nunca se acaban por el excesivo protagonismo político y/o religioso de unos y otros; y ver quién se pone la medalla de abrirla, después de tantos años estar cerrada! (¡Hoy, por fin, ya está abierta para uso y disfrute de todos los ubetenses y foráneos!).

Hay en este momento variadas charlas y conversaciones; encuentros familiares y amigables; incluso enemistades que en esta fecha, y en este lugar, llegan a diluirse: milagro que sólo en Semana Santa y en esta gloriosa noche tiene cabida, año tras año…

Suenan tambores suaves, cajas chinas; no se oyen trompetas… Gente cansada se sienta en los bancos. Hay nazarenos que se levantaron esta mañana a las tres de la madrugada y todavía no saben cuándo cogerán el sueño reparador…

La Verónica no va a salir este año en la Procesión General. Ha disminuido su número de cofrades y, por el contrario, ha aumentado el número de mirones y espectadores que quieren visionar ‑palmo a palmo‑ el magno espectáculo que se les presenta. Hay un “tótum revolútum” en esta plaza, corazón del alma cofrade, en esta noche de Viernes Santo. No hay coches que perturben acústica y visualmente el providencial aspecto que goza, cuando ande solitaria como en cualquier otra noche del año…

La Caída empieza a salir por la puerta de Santa María. Estudiadas fotos y perfumadas flores orlan su pausado paso a ruedas, encontrándose con la Columna y sus costaleros bien acompasados. Se oye decir que su Virgen (María Santísima de la Amargura) es la más bonita de todas las que procesionan en Úbeda…

Las palomas duermen y sueñan con esta procesional vivencia barroca. La Virgen sigue su salida con indicaciones del capataz y se cierra la puerta; y el claustro permanece vacío, aunque la gente quiere asomarse, pues todos ansían echar un vistazo…

Mientras las cofradías van desfilando por el Real, ya se va despoblando este irrepetible lugar. Se oyen ecos de la banda de la Sentencia con su característico toque sevillano: son los nuevos tiempos que vienen imponiéndose… Bandas y tronos ya van cogiendo orden y concierto para que nuestra Semana Santa quede ordenada cronológicamente, como siempre se ha caracterizado.

El toque de los Romanos nos hace ir en su busca. Hay niños que juegan y se lo pasan de lo lindo. Ya está clareándose el ambiente… Hace una plácida noche, sutilmente iluminada por la luna. ¡No es noche cerrada, aunque el Señor haya muerto…! Murmullos, devoción y expectación forman un cóctel que todos queremos tomar… (¿Es valentía o temeridad, ir con los carritos de niños molestando a diestro y siniestro…?).

Bello espectáculo plástico constituyen los Romanos sin tocar, rumorosos, antes de incorporarse a la procesión general; y los artísticos edificios del paseo bajo, con banderas y colgaduras de la Unión de Cofradías… Ya marcan el paso, ya no son las huestes derrotadas que el día anterior vimos, cuando habían acabado su procesión de Jueves Santo. La gente quiere experimentar sensaciones y sentimientos, y con ellos las tienen asegurados mediante sus vestimentas, sus toques trompeteros y tamboriles, recreando el ambiente de hace más de dos mil años…

El anuncio de lluvia para hoy, gracias a Dios, no se ha cumplido en la Ciudad de los Cerros y, por ello, a excepción de la Santa Cena que, en su día, no procesionó, todas las demás hermandades sí lo han hecho.

Ahora suena el toque de los Nazarenos: «Que te van a ver, que te han visto ya, que como te vean, te van a matar…». Con las nuevas cofradías que van surgiendo, nuestra Semana Santa se va enriqueciendo; pero, a la vez, difuminando y/o desfigurando lo que de manchega y seria tenía no hace tanto tiempo. Esperemos que no nos pase como en otra ciudad hermana que desapareció su procesión general, porque se puso de moda llevar todos los tronos a hombros quitando las ruedas… Y, además, se puede perder el orden cronológico de la pasión de Cristo…

Ya van desfilando todos los pasos. Se va recuperando el silencio y la memoria en esta singular plaza renacentista, donde han desfilado tantas cofradías, multitud de gente soñadora y creyente, y adonde se han hecho tantas peticiones que habrá de esperarse al próximo año para poder nuevamente evocarse…

Nos despedimos con el Descendimiento de Marcelo Góngora, que con su buen hacer ha enriquecido el patrimonio cofrade ubetense. Su Cruz está hecha de las vigas de las techumbres ‑¡que iban a tirar, por cierto!‑ de la parroquia de San Isidoro, cuando se obró…

Pronto, un poco más tarde, se apagarán las rimbombantes luces y cogerán una coloración más natural… ¡Qué pena que, al término de la procesión general, se hayan perdido las entrañables y genuinas despedidas del Santo Entierro a la Soledad y a los Romanos, y la silenciosa bajada a Santa María con las luces apagadas…!

Creo que hay un acuerdo para que cada año una cofradía distinta quede plasmada en el cartel de Semana Santa; yo lanzaría una idea: ¿por qué no echar una foto aérea en la que se vean todas las cofradías, aunque estén desordenadas, en esta plaza de Santa María, como cartel prototípico de nuestra Semana Santa…?

Y también expondré una duda: ¿Pasará con nuestra Semana Santa como con nuestro patrimonio monumental que, año tras año, se vaya deteriorando sin que se le ponga eficaz remedio…? Dios no lo quiera, ni los ubetenses lo consintamos…

Úbeda, 27 de enero de 2013.

fernandosanchezresa@hotmail.com

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