Desquiciados

Que no dejamos en paz a nadie ni tenemos paciencia con nadie, es cosa ya establecida. Y unas veces es razonable y otras no. Porque de mansos y de acomodaticios ya está lleno el mundo; y de ello sacan mucho provecho los que se consideran espabilados. Nos sirven de muestra las palabras de la señora Cospedal, que considera “tonterías” lo que no sea la crisis (o sea, tonterías la corrupción, ahí es “ná”); y de la crisis es superfluo hablar de sus consecuencias (o sea, el paro, los desahucios, la regresión económica galopante…), que tampoco deben ser temas de relevancia para esta buena señora biempensante, bienhaciente y mejor acomodada. Masa silente. En reposo.

Masa en reposo, pero téngase en cuenta, masa en fermento. Y luego crece, se infla… estalla.

Y en impaciencias y urgencias vanas, lo que se entiende tras la “venida” del Papa Francisco. Unos, los acríticos (entiéndase, criticar no es siempre denostar ni insultar y puede y debe haber crítica positiva cuando se merezca, pero la crítica debe llevar siempre contenido razonado), cantan loas y exaltaciones sin cuento, sin haber “catado” nada del cardenal, trasunto a Papa; ya por el mero hecho de serlo (Papa) es un dechado de virtudes y un santo sin mácula. Y otros van dale que te pego al sujeto, porque su devenir como sacerdote con cargo en su Argentina natal pudiera tener sol y nubes y, claro, no es que fuese o sea de veras un hombre; es que debiera ser consecuente y subsecuentemente un santo vivo. Arrojan la anterior vida como carnaza y, tal vez, ese hombre hizo lo que muchos, nadar y guardar la ropa (lo que es marca de calidad en la historia de la Iglesia Católica; y, a la razón del tiempo transcurrido y de clamorosos y tristes ejemplos, me remito).

Y la impaciencia quiere que ya, desde ya, este Papa entre como elefante en cacharrería curial. ¿Y no será mejor ir paso a paso para que no le cerquen las sombras (o cosas peores)?

La impaciencia es entendible cuando el tiempo se agota y nada se resuelve

¿Deberíamos ser impacientes los españoles? Claro que sí; y no sólo los españoles: todos los europeos, impacientes e intolerantes. Intolerantes con la señora Merkel y sus intereses, llevados a la praxis paso a paso y sin desmayo, hasta lograr su reelección; intereses que se amplían a la economía alemana y su indecente acaparamiento de beneficios a costa de la depredación de los que todo lo están perdiendo. Y todos los europeos debieran ya hartarse y salir a reclamar la democracia con la que se gobierna Europa (en connivencia, Bruselas con Berlín).

Llegamos a tal cinismo en el ejercicio del poder comunitario, que se trasgreden, sin más, las leyes básicas de los tratados fundacionales y se quedan tan pimpantes esos que debieran protegerlas. Ahora se mete mano en los ahorros, “corralitos gauchos”, y se pretende que no pase nada… Bueno, es algo “circunstancial” (como una violación cualquiera, claro).

Paciencia se ha tenido, y un aguante monumental, en el caso de las hipotecas en España y sus más llamativas consecuencias: los desahucios. Porque se decía y se sabía que la ley aplicada era injusta de todas todas; que no había que leerse (y ahí está el problema) las cláusulas que en los contratos se redactan y se aplican, para entenderlo medianamente. ¿Tenía que venir el Tribunal Europeo a decirlo? Pues era y es labor del gobernante, velar y aplicar lo más beneficioso para sus gobernados y no para un sector muy concreto (el capital banquero). Pero nos llega el señor Rajoy e insiste en lo de velar por la “seguridad jurídica”…, que se ve y se nota que no es la del común, la del consumidor, sino la de los que nos explotan y nos depauperan día a día (sí, sí, eso llamado “capitalismo salvaje”), que sí deben ser tutelados de oficio por nuestro derruido Estado de Derecho.

Pero tenemos el ejemplo anterior expuesto, el del “corralito chipriota”, que vulnera totalmente la seguridad jurídica, existente hasta ahora para muchos ciudadanos europeos, y no pasa nada (o eso se pretende, aunque al menos los representantes del pueblo de ese país han sido consecuentes, negándose a tragar…). Entonces, ¿seguridad jurídica para quién?

Venga camelos. Venga alteraciones. Venga retorcer el cuello a los pollos o inflarles el hígado a las ocas. Vengan aspavientos inanes o a destiempo. Unos, impacientes, sin pista de aterrizaje; otros, pistas de aterrizaje quietas y sin tráfico alguno que las altere. Sin aviones que les den sentido a sus existencias. Ríos mansos con pozas profundas que se tragan a veces lo que por su vera flota, sin orden ni concierto en la utilidad de esa fagocidad, meramente por su propia naturaleza depredadora.

Un mundo desquiciado y loco, el que vivimos.

marianovalcarcel51@gmail.com

Autor: Mariano Valcárcel González

Decir que entré en SAFA Úbeda a los 4 años y salí a los 19 ya es bastante. Que terminé Magisterio en el 70 me identifica con una promoción concreta, así como que pasé también por FP - delineación. Y luego de cabeza al trabajo del que me jubilé en el 2011. Maestro de escuela, sí.

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