…Y llegó el día de mi mudanza: jueves, 15 de octubre. Sobre las ocho y media, después de la cena, vino a buscarme un desconocido del que tenía buenas referencias. Salimos sin ser vistos ni despedirme de nadie, a excepción de la familia que me había acogido. Haciendo un recorrido tortuoso y en penumbra, llegamos a mi nuevo refugio, que se encontraba en un lugar céntrico. A pesar de haber mucha gente, pasamos desapercibidos…