Por Dionisio Rodríguez Mejías.
5.- Dudar es de perdedores.
A Paco le hubiera gustado que yo ocupara el lugar de Pato, y me convirtiese en asiduo de Marisol, para hacernos los dueños del Palace e instalar allí nuestra segunda residencia. Y en cuanto a la venta, quería convertirme en su hombre de confianza, aunque a mí eso de engañar a la gente me gustaba cada vez menos.
─Javi, te he dicho muchas veces que el dinero es el futuro. Piensa lo que quieras, pero la libertad y el respeto sólo se consiguen si se tiene dinero. ¿No lo entiendes? Estás anclado en una etapa de tu vida y necesitas ayuda; yo no te digo que dejes los estudios, sino que hay que saber aprovechar las oportunidades que nos ofrecen el azar o la divina providencia.
─Eso de la providencia, ¿lo dices en serio?
Extrañados de mi actitud, Paco y Geny se miraron con cara de circunstancias, aunque abandonaron su objetivo y siguieron insistiendo.
─Te noto muy cambiado ─me dijo él─. Hasta hace unos días me parecías un tío serio y te veía capaz de comerte el mundo; pero hoy te veo de mal rollo y lleno de dudas. No podemos desperdiciar una oportunidad como esta. ¿Tú no te preguntas por qué algunas personas alcanzan el éxito y la riqueza sin el menor esfuerzo, mientras que otros se pasan la vida hundidos en un pozo de frustración e infelicidad? ¿En cuál de los equipos quieres jugar? Porque no creerás que es casualidad que seamos amigos, que hayamos coincidido en Edén Park y que ahora yo sea jefe de ventas. La providencia existe y hay que abrirle la puerta cuando llama.
─Anda, anda, no digas tonterías. ¡La providencia! Eso se lo creían nuestras abuelas, pero nosotros…, y a nuestra edad…
─¿Lo ves? Tienes dudas ─intervino Geny─; y la duda es el emblema de los perdedores.
─Oye, ¿por qué no os marcháis y me dejáis en paz?
Pero Paco no estaba dispuesto a renunciar a su propósito.
─A ver, Javi, dime cuál es tu mayor deseo.
Me dio un poco de vergüenza reconocer que mi mayor deseo era ver a Gracy de nuevo, y preferí echar una mentira.
─Pues mi mayor deseo…, salud para mí y para mis padres ─dije muy satisfecho—.
─Vale, pero aparte de eso. Algo personal. Anda, intenta ser egoísta por una vez.
─¡Ah! Eso. Pues yo lo que quiero es acabar la carrera, cuanto antes, y conseguir un sueldo fijo que me permita vivir tranquilo. ¿Vale?
─¿Lo ves? Empiezas a perder la motivación; te estás convirtiendo en un conformista. Lo mismo que los éxitos dan seguridad, el pesimismo se mete entre la piel y hay que expulsarlo para recuperar la confianza.
─Paco, estás hecho un filósofo.
─No te rías. Te vendrá muy bien el seminario que el jueves próximo celebraremos en el Círculo Ecuestre. No tengo que decirte que, como amigos que somos, debes asistir. Y a ver si aprendes de mí: si he llegado a jefe de ventas es porque no he dudado y he sabido mantener la ilusión en los momentos difíciles.
─¿Serás insensato? ¿Tú no te das cuenta de que si sigues por ese camino acabarás viviendo de una viuda, como Soriano, estafando a los ciegos o engatusando a las buenas personas como el bombero de Nou Barris?