“Los pinares de la sierra”, 108

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3.- La carta.

Me la entregó con un extraño gesto, entre la displicencia y el patetismo, mientras seguía dándole vueltas al asunto de Pato.

―¿Será desgraciado? ¿Pues no me dice que no ha encontrado una excusa para escaparse de casa y venir a verme? Y me lo cuenta ahora, cuando lo llevo esperando toda la semana. Las cosas se dicen de frente y a la cara. ¿No? A una chica no se la planta por teléfono. Después de lo que le he ayudado a este gilipollas. Bueno ―me dijo, mirando su reloj― a ver si te marchas de una vez, que Jimmy no tardará en llegar y si te encuentra aquí se va a poner muy pesado con los celos y las suspicacias.

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