“Los pinares de la sierra”, 16

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

3.- Champán, mujeres y dinero.

Desde las seis y media de la tarde, el ascensor no dejó de subir y bajar ni un solo instante. La fiesta congregó a más de un centenar de personas y una decena de camareros, que con sus chaquetas blancas y sus llamativas pajaritas de raso, iban de un lado a otro, con bandejas repletas de copas de champán, que cogíamos de la bandeja y apurábamos al instante. Había también unas chicas muy guapas, con exagerados escotes y zapatos de tacón acharolados, que se mezclaban con los vendedores, vestidos aquel día con traje y corbata por obligación; como si asistieran a misa de doce, el día de la fiesta mayor. Unos y otros charlaban y reían muy animados, chocaban sus copas para brindar por los futuros éxitos de la empresa y, una vez vacías, volvían a dejarlas en la bandeja para seguir bebiendo.

En el centro de la sala, sobre una mesa cubierta por un tapiz de terciopelo granate, brillaban los trofeos del trimestre: copas con baño de plata, figuritas de porcelana de la casa Lladró, sobres cerrados, medallas, diplomas… El sumo sacerdote de aquella fiesta del lujo y el dinero era un señor joven todavía, pequeño, nervioso y sonriente, que lucía unos llamativos gemelos de laca china y un ostentoso reloj de oro en la muñeca. Era el señor Triquell, gerente de la empresa. Vestía un traje azul marino muy ceñido, llevaba el pelo rizado, bigotillo y una perilla, pequeña y bien recortada, como la de Al Pacino en la película “El mercader de Venecia”.

Triquell había entregado una cantidad a cuenta, para la compra de una finca rústica de doscientas hectáreas en el interior de la provincia de Gerona; a cambio de sustanciosas comisiones, el alcalde del pueblo le concedió los primeros permisos; y, sin más preámbulos, llevó al terreno tres excavadoras, que abrieron calles, talaron pinos, desbrozaron parcelas y señalizaron porciones de ochocientos metros cuadrados (veinte metros de fachada por cuarenta de fondo), con estacas de madera numeradas, para marcar las lindes de cada propiedad.

El gerente ocupó el centro de la sala, detrás de la mesa en la que habían colocado los trofeos; le pidió al señor Bueno que se situara a su derecha y a Martina Meler, una pelirroja, alta y desenvuelta, con una minifalda que dejaba al descubierto sus piernas inolvidables, se colocó a su izquierda. Hablaba con frases cortas, sin dejar de mirar a los ojos a un público que le escuchaba con veneración.

―Señores, en este último trimestre hemos vendido setenta y tres parcelas, y para el próximo nos hemos propuesto superar esa cifra en un cincuenta por ciento. Cien parcelas a quince mil pesetas de comisión, supone millón y medio de pesetas que pienso repartir entre ustedes, los próximos tres meses.

Debido a los benéficos efectos del champán y la ilusión de ganar tanto dinero, la gente ‑y en especial la pelirroja de piernas inolvidables‑ sonreía sin dejar de aplaudir, con la ambición fija en la mirada.

―En los dos años próximos, me he propuesto edificar unos dos mil chalés en Edén Park, con zonas ajardinadas, piscinas, un club de tenis y un restaurante con capacidad para quinientas personas.

Cada intervención del promotor era celebrada con sonrisas y aplausos por parte de la concurrencia; en especial, por la pelirroja que le lanzaba misteriosas miradas cargadas de intención. Contagiados por las palabras del jefe, los vítores y los aplausos se hicieron atronadores. Triquell sonrió y nos pidió que no comentáramos con nadie lo que iba a decir a continuación; y la pelirroja lo miró con gesto de estudiada devoción, dando a entender que ella conocía, al detalle, los entresijos del asunto.

―Señores, el mes pasado nos pusimos en contacto con Severiano Ballesteros. Estoy decidido a que Edén Park sea la urbanización más famosa de Cataluña, y para conseguirlo estamos dando los primeros pasos para construir, junto a la finca, un campo de golf. ¿Qué les parece? Esas parcelas que ustedes venden hoy por algo menos de cien mil pesetas, no tardarán en valer millones. Os lo aseguro.

roan82@gmail.com

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