“Los pinares de la sierra”, 13

Por Dionisio Rodríguez Mejías.

6.-Un bello amor condenado al fracaso.

El señor Bueno se enamoró de Ana como un recluta, hizo locuras que seguramente no hubiera hecho por ninguna otra mujer y, con demasiada frecuencia, se les veía juntos de la mañana a la noche. Ella sabía que aquel señor ―que casi le doblaba la edad―, estaba casado, tenía dos hijas, y no era lo que se dice un guaperas; pero no le preocupaban esos detalles. Lo que Ana valoraba es que era un hombre de mundo, bien relacionado, listo, atento y caballeroso. Desde que lo vio por primera vez, comprendió que aquel hombre reunía todas las condiciones del galán con el que había soñado desde pequeña, y fue a por él sin contemplaciones.

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