Por Fernando Sánchez Resa.
Lo lamenté cuando acabó el XXIX Festival Internacional de Música y Danza, remedando a los pamplonicas al término de sus fiestas de san Fermín: ¡Pobre de mí, pobre de mí, se acabaron las más importantes fiestas musicales de aquí…! Y eso, a pesar de acusar varias decepciones: la desaparición del cuadro Santiago Matamoros en el auditorio del Hospital de Santiago –que, según me dijeron, intentaron robarlo y se encuentra en las dependencias municipales para repararlo‑; las múltiples equivocaciones de los programas del festival y su pésima coloración maximalista de difícil lectura; y la inoportuna nube veraniega que eliminó su broche final: La Fura Dels Baus.