“Diario Jaén”, medio siglo con Jaén

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

En el año 1991, cuando salió publicado este artículo de Ramón Quesada en el diario “JAEN” (sin tilde), llevaba publicándose nuestro rotativo provincial cincuenta años. No pasó inadvertido el dato a nuestro articulista, que siempre profesó un profundo amor a este medio escrito, soporte donde Ramón dio rienda suelta a su inquietud literaria, y quiso conmemorar el acontecimiento dedicándole esta crónica en la que nos recuerda los más destacados avatares por los que travesó el periódico, como corresponde a toda publicación periodística acechada por distintos intereses no siempre suficientemente claros.

“Descubrí” el Diario Jaén en el momento preciso ‑¿o debo decir psicológico, que es lo que se lleva?‑ de mis inquietudes literarias. Necesitaba, era “de vital importancia” pasar de una sencilla revista local de modesta difusión, a otro medio escrito que “me lanzara”, en mi modestia, algo más allá del Paseo del León, la Torrenueva, la Avenida de la Coral Crevillentina y la Puerta de Granada. Cuatro calles, cuatro esquinas, cuatro lugares, cuatro puntos cardinales, cuatro guardianes insobornables que, hasta entonces, ni mostrando la credencial más solvente, ni el «Ábrete Sésamo» más prepotente y menos por la “recomendación” de mi pluma novicia, anónima, quisieron ablandarse al encantamiento, al gafe, a la mala fe de mi estrella, que sin duda era la que se resistía.

Entonces, por misericordia del buen Febo, ese dios de la luz del rey Sol que iluminó mi estrella, apareció un “enviado” del más acá que me tendió la mano y, “exigiéndome” una artículo aprisa y corriendo ‑que titulé “Sinfonía de paz”‑, debuté en Diario Jaén ‑va para treinta y cinco años‑ con el seudónimo de Ramón de Alba. Desde entonces y hasta aquí, ¡sepa Dios cuánta agua habrá caído!

Pero si no con la prodigalidad de esa lluvia, sí con muchos cientos de artículos que Diario Jaén paciente, accesible, abierto, sufrido ‑pero entregado a novicios, novatos y principiantes, desde entonces‑, me ha publicado sin una vacilación. Y esto, claro, hay que tenerlo en cuenta.

Otros ‑y conste que este no es mi caso como la vida está‑, en Diario Jaén hallaron los salvables peldaños por los que, tocados del laurel de la debelación, se alzaron hasta las cumbres de parnasos e hipocrénides donde la fama literaria les esperaba con los brazos abiertos, y de ahí, a la rutilante galaxia de los premios, los honores y las recompensas.

Luego, consumidos no pocos años y con varias carpetas de artículos publicados, conocidos distintos directores, otros redactores y otros formatos de Diario Jaén, perdido el “miedo” y firmados ya mis trabajos con mi nombre de pila, cuando menos lo esperábamos, llegó un día y… ihala!, Diario Jaén nos deja con un palmo de narices.

Porque las circunstancias lo exigieron, tras un “recurso”, un “proceso” y una “sentencia” de subasta en 1982, siendo por entonces uno de los Medios de Comunicación Social del Estado igual que otros veinte periódicos más y algunas agencias de información, el diario Diario Jaén es puesto a “disposición” de otros dueños y de otros… sueños.

El caso me animó. En el Diario Jaén “agónico” de 12 de noviembre (tenía que ser “el mes de los muertos”) de 1982 y titulado “Adelante, Jaén”, aparecía un artículo de mi pluma del que copio:

«Que el cambio que se espera, sea para Diario Jaén un amanecer de prosperidad. Que, al quedarse Diario Jaén ‑al continuar‑, no quepa lugar a la frase o sentencia de que «Algo se pierde en el alma, cuando un amigo se va». ¡Adelante, Diario Jaén! Por mi parte, continuaré, seguiré escribiendo para Diario Jaén…».

Dos años más tarde, en 1984, el Diario Jaén surge de unas cenizas que no lo fueron y sigue asomándose a la calle. Y lo hace renovado, con savia nueva, con gallardía, con deseos de superar las anteriores andaduras para que guste a nuestros pueblos.

También los acontecimientos me motivaron; y, como la ocasión la pintan sin pelo, el día 17 de febrero de 1984, mi colaboración “Adiós, Jaén; hola Jaén”, decía:

«Tengo, particularmente, plena confianza de que surgió una persona ‑o personas‑, entidad o sociedad anónima, que se haga cargo de la prolongación de nuestro diario para que sus hojas no queden mudas, inanimadas, sin expresión. Apostaría que, después del día 21, de pronto, las silentes soledades de la madrugada tendrán susurros de planchas de rotativas y traerán una nueva alborada para Diario Jaén. Y, como creo que así será, no me despido. No fijo el final. Abro un inciso. Pongo, ilusionado, puntos…».

Como ven, en estas bodas de oro, en este cincuenta aniversario de Diario Jaén, abro los párrafos que siguen, las oraciones inmediatas, con los mismos puntos suspensivos con los que en 1984 me despedía. Poder hacerlo hoy “a conciencia”, ya es una satisfacción que, como para cualquier jiennense, para este colaborador de Diario Jaén, es motivo, como digo, de júbilo, por cariño a Diario Jaén, por agradecimiento a Diario Jaén, por especiales sentimientos que me emocionan hasta…

Diario Jaén ha cumplido mayoría de edad y ha madurado. Durante estos diecisiete mil días, más o menos, ha deparado prestigio y ha sido prestigiado. “Prestigio” es una palabra seria, sin vuelta de hoja. Es influencia, ascendente, máxima autoridad de que puede gozar una persona o medio. Hay muchas cosas significativas ya prestigiadas. Tenemos hombres prestigiados, plumas prestigiadas, libros con prestigio… Los santos ganan prestigio según la devoción en que se les tiene, según sus hechos y según sus milagros. Intento ‑quiero decir‑ evidenciar que el prestigio, como es el de Diario Jaén, no es algo temporal ni temporáneo. Se adquiere con el tiempo como el óleo adquiere matiz. También, eso sí, por seriedad, con la verdad por delante, insistiendo día a día igual que Diario Jaén; mañana a mañana, noticia a noticia, acierto en acierto, año en año hasta medio siglo de lucimiento, de amistad.

(01-09-1991)

 

almagromanuel@gmail.com

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