En el funeral de mi padre

Dándoles las gracias a todos ustedes, por su amable asistencia y sus sinceras oraciones por el eterno descanso de mi querido padre, Fernando Sánchez Cortés, quiero hoy recordarlo con las siguientes palabras.

Como nos advirtió nuestro compatrono San Juan de la Cruz: «Al atardecer de la vida, te examinarán en el amor…»; tú, papá, tan guapo (como dijo tu hija Toni al verte difunto), vestido con tu hábito penitencial de la Cofradía Nuestra Señora de Las Angustias y Descendimiento de Cristo (como era tu deseo), y con la cruz de tu cofradía y un rosario sobre tu dormido cuerpo, te has presentado descalzo ante el Altísimo, pues no necesitabas tus sencillas sandalias caladas para caminar por la alfombrada senda celestial, poblada de pétalos de rosas (como imaginabas y dejaste escrito). Suponemos que habrás salido favorecido por la justicia divina, pues nuestro Dios misericordioso habrá perdonado tus faltas y tenido en cuenta tus méritos, aquí en la Tierra, que, aunque sencillos, han sido pródigos:

 


 

  • Eras el cofrade n.º 1 (y cronista oficial) de tu amada cofradía ubetense, a la que te apuntaste de novio y cuyo hábito penitencial te confeccionó tu querida novia Manuela, hoy viuda, que llora tu ausencia.
  • Has sido un ferviente cristiano que, desde tu jubilación, has elaborado cientos de rosarios, como buen artesano que eras, que andan repartidos por la extensa geografía nacional y varios países europeos y africanos, con el siempre loable propósito de impulsar su devoto rezo, que tú tanto has practicado…
  • Toda tu larga existencia se ha basado en trabajar y amar a tus familiares y amigos, proporcionándoles sabiduría y cariño a raudales.

Y así podría continuar; pero prefiero acabar este sentido y condensado panegírico repitiendo sus mismas palabras, inspiradas en poético amor, hacia su querida Virgen de las Angustias, declamando (también) su súplica final al Dios Padre misericordioso, que ya le habrá franqueado las puertas del Cielo para que se encuentre con los santos y difuntos; y, especialmente, con sus amados padres, hermanos y familiares; y así pueda descansar con ellos eternamente, aguardando nuestra llegada…

Virgen de las Angustias,
Madre por todos querida
que en su regazo acogió
el cuerpo de Jesús sin vida.

Tú, la más bella flor,
tú, la humilde doncella,
la más recatada y bella
que en este mundo nació…

Intercede ante tu Hijo Jesús con esta, su última humilde súplica:

¡Dios mío!:
el día que muera,
que encuentre en Ti
la frágil nave de mi vida,
el ansiado puerto de arriada;
después de navegar
por las turbulentas y sucias
aguas de esta vida.

Úbeda, 16 de septiembre de 2014

 

fsresa@gmail.com

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