Buenos

Me larga, un conocido de todos nosotros, la siguiente andanada:

—Yo sé que a ti te gusta poner a los católicos como hoja de perejil.

Mi contestación fue rotunda:

—Yo solo no trago a los malos católicos, a los fariseos e hipócritas (creo que Jesús ya intuyó por dónde irían las cosas). Me siento cómodo con un buen católico (si llegamos a definir lo que eso sea), con un buen fascista, con un buen comunista o con una meramente buena persona (si llegamos a definir lo que sea ser buenos…).

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