2.- La confesión de Benito Lameiras.
Nos pidió, por favor, que le acompañáramos al bar de Saturnino a tomar una copa. Yo dije que estaba muy cansado, pero “El Colilla” me miró muy serio, casi ordenándome con la vista que aceptara, y no pude negarme.
—Muchacho —dijo el gallego con un melancólico tono de voz dirigido a mí—, no pierdas las esperanzas y acepta cualquier trabajo hasta que te salga otro mejor. ¿Me comprendes? Yo no he tenido suerte. Llevo seis años en Barcelona y cuando empecé a pintar coches me dije: «Benito, te pasas unos cuantos años de pintor, juntas unos ahorros, y luego Dios dirá: me voy a Vilasouto y me caso». Porque yo soy natural de Vilasouto de San Mamede en la provincia de Lugo. ¿Me comprendes? Pero lo que Dios dijo es que si quería comer tenía que seguir pintando coches toda la vida, y acabar con los pulmones destrozados.