El subsuelo de Úbeda está horadado por un laberinto de galerías secretas, construidas a partir del siglo XII

Presentado por Manuel Almagro Chinchilla.

El subsuelo de Úbeda está horadado por un laberinto de galerías secretas, construidas a partir del siglo XII.

Resultan asombrosos los secretos que Úbeda guarda bajo tierra. No hay más pasmo, porque no ha habido más excavaciones, en la cantidad y en el rigor que el caso requiere. Las últimas llevadas a cabo, hace un par de años, revelaban datos que hacían de Úbeda una ciudad consolidada hace cinco mil años, en la edad del Bronce y que algunos estudiosos la calificaron como la ciudad más antigua de occidente.

Lo que nos cuenta Ramón en este artículo nos puede parecer increíble, pero ahí están las pruebas que autentifican la veracidad de su relato.

Una de ellas, excavada bajo el Ayuntamiento y que desemboca en el Guadalquivir, estuvo destinada para el tráfico de esclavos.

Por motivos obvios, entre los que pudiera estar implicada la estrategia militar, nunca se dio luz verde a la existencia en el subsuelo de Úbeda de galerías ocultas que datan de tiempos remotos. Son pasadizos secretos excavados por aquellos hombres legendarios para la comunicación entre otra clase de casas. Construidos a fuerza de sangre y látigo, con preferencia durante los siglos XII y XIII y ya con verdadera obsesión en los XVI y XVIII, como táctica para la propia defensa personal, buscando salidas por debajo del recinto amurallado para los que eran perseguidos o deseaban cumplir con una cita amorosa de la que no interesaba su divulgación. Así que si, algún día, los estudiosos deciden diseñar un plano de los pasadizos subterráneos que con seguridad existen en la ciudad monumental, aparte de desvelar un secreto que ya no lo es, aportarían mucho e interesante a su historia. El dibujo nos mostraría la prodigalidad de galerías secretas con salidas y entradas sorprendentes, para darnos idea de la sagacidad e intención de sus constructores. Y que, apartándonos de lo que pudiera ser mera leyenda, todo es una realidad transferida con reservas de padres a hijos, con distintas versiones que nacen del misterio y del interés por lo ignorado, casi por lo prohibido, si me lo permiten.

Que sepamos, cuando en 1925 se procedía a la cimentación del colegio nacional “General Saro”, sobre terrenos situados en el que fuera inexpugnable Alcázar, fue hallado, a unos siete metros de profundidad, un túnel que ofreció y debe ofrecer auténtico atractivo; pues el subterráneo, de arco apuntado, tiene semejanza a una mazmorra; y, sin embargo, es más bien una salida al exterior, escondida bajo las vastas fortificaciones del Alcázar. Se dice que es de doce metros de extensión la parte descubierta, por tres de ancho, con altura aproximada de dos metros. Lo que aleja la hipótesis de que se trate de una mazmorra. El pasadizo tiene salida a un pozo que, cubierto por maleza y tierra, se halla en la Huerta del Caballo.

Por otro lado, cuando, hace ya años, una empresa de Dragados realizaba las obras de alcantarillado, tropezó en varias ocasiones y en sitios diferentes con estos túneles, que hubieron de ser obstruidos en parte para dar preferencia a la red de aguas residuales. También, en distintos palacios de Úbeda, entre los que podemos citar el de las Cadenas, tiene el pueblo idea de la presencia de estos pasadizos; aunque, en este, las salidas estén cerradas con obras de cantería, similares al estilo arquitectónico del suntuoso edificio levantado por Juan Vázquez de Molina en el siglo XVI, para ceder parte del mismo al convento de las religiosas dominicas, llamado “De la madre de Dios”. Y, en una casa de la calle San Juan de la Cruz, cerca del oratorio del santo carmelita, existe un pasadizo que, con algunos recodos, se dirige a la calle Montiel, con corriente de agua subterránea que se pierde, habiéndose descubierto hasta ahora unos ciento cincuenta metros con bóveda de piedra, realizada por la mano del cantero. En esta misma calle y cuando en 1929 se realizaban igualmente las obras de alcantarillado, se dio con otra angostura de apreciadas dimensiones en dirección a la plaza Primero de Mayo, en la que se conserva un baño árabe con asientos a uno y otro lado.

Otro pasadizo tenía la entrada por uno de los corrales del desaparecido convento de la Victoria, que, pasando por una necrópolis, conducía a la iglesia de San Isidoro. Otro, y esta vez puede que se trate del legendario alcantarillado árabe de la ciudad, nace al final de la calle Cava y se extiende hasta la Cruz de Hierro, pasando por la Plaza de Andalucía y Corredera de San Fernando, con asientos en ambos lados, en buena parte de su recorrido.

Algunos más, como el excavado bajo el antiguo Ayuntamiento, serpenteante, tiende hacia la calle del Prior Monteagudo y se une aquí al que se inicia en una calle de la plaza Carvajal, que va, atravesando olivos, arroyos y tierras, al río Guadalquivir, supuestamente dedicado al tráfico de esclavos.

Son, sin duda, fundados indicios de unas épocas que, por supuesto, existieron y de unas obras subterráneas destinadas a diferentes misiones que aún, y esto es lo importante, no se han dado a conocer, pero cuyo total descubrimiento, su luz, aportaría mucho y esencial a la historia de Úbeda.

(09‑12‑1983)

 

almagromanuel@gmail.com

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