El regalo

Llovía con hambre aquella tarde de marzo. Comprar regalos me hace llorar. Mientras ella vivía, no tenía que preocuparme por este asunto; pero, desde el año pasado, tengo que pensar en ello y siempre termino triste, consumido por las dudas.

Cuando desaparece la manía de llenarlo todo de casas y las casas de cosas, recuerdos muertos que apenas pinzan el día… entonces, desde el otro lado de la verja, digo quererte vagamente, Carmen, con tinte resignado. Reconozco que las personas sin amor son como las canciones sin sonido, y en eso estoy.

Daniel cumple mañana siete años y no es porque sea mi nieto, pero todavía es un inocente encanto y el chico más despabilado que conozco y conste que han sido muchos los que he conocido en mis cuarenta y pico años de enseñanza.

Intenté siempre no robar la sonrisa a un niño.

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