Que nada es como parece, se tiene por cierto. Tal es la vieja sabiduría popular.
O el escarmiento, que nos nutre de experiencia (que se dice es la madre de la ciencia). Así que, escarmentando vamos aprendiendo y comprendiendo y ello nos debe permitir avanzar; lo consideraríamos, pues, como positivo todo ello, si nos procurase progreso.
Mas nos puede producir también regreso. Y, últimamente, estamos en esta dinámica regresiva que no nos lleva a lo porvenir, sino a lo ya venido y vivido. Como la vieja máquina de maniobras que encontrábamos en las antiguas estaciones, en su vaivén infinito entre vapor, carbonilla y fatigado ruido; máquina que no iba a ninguna parte, regresando siempre al mismo punto una y otra vez, cansina y apática.