En un cielo luminoso,
entre encinas y altozanos,
la primavera escondía
sus flores y sus ribazos.
Las nubes y los colores
de este bellísimo ocaso,
en la tierra de Albacete,
eran candorosas perlas
para el corazón cansado.
La llovizna, en los retazos
de la tierra roja y fría,
riega el campo solitario…