Partida de ajedrez

El lugar de la calma ya no existe,

una torre, el desierto, la revuelta,

estancias donde fuimos incapaces

de abrir las puertas del ropero donde

guardábamos la ropa de la reina.

Genuflexión, silencio y aventura.

El camino no fue el más indicado

para llegar al huerto de los caquis

con mirlos perezosos y laúdes.

La luz de las tulipas en la mesa

cuartea las figuras del tablero.

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