Y… la Hostia consagrada,
en carne se convirtió.
Jesús, el Hijo de Dios,
regaló su Corazón.
El vino, también consagrado,
en sangre se transformó.
¡Era la Sangre de Cristo,
la misma que derramó…!
¡Haz Jesús que en esta vida,
de cruz, sufrimiento y dolor,
podamos morir por Ti,
que nos regalas AMOR!