¡Felicidades, papá, por tu nonagésimo cumpleaños…!

En este febrerillo, no tan loco como reza el proverbio popular (al menos este año, pues hasta la fecha se está presentando con días soleados que más parece ser anticipo urgente de la primavera), hoy (jueves y siete) cumples noventa años, por lo que es un día sumamente importante para ti y toda nuestra familia, pues te hemos visto avanzar –imparable‑ en tu longevidad dichosa, a pesar de algún serio sustillo… ¡Son ya noventa años ‑que se dice pronto…‑, desde que viste la luz de este mundo en el pobre ‑pero amoroso‑ claustro familiar de los Sánchez Cortés…! Gracias a Dios y a tu buena suerte, aunque siempre trabajando y batallando para sacar a tu amada familia adelante, ya eres el más longevo de los varones de esta saga; aunque todavía te adelante tu hermana María en cuatro años… (y tu hermana Mariana ‑q. e. p. d.‑ en cinco…) ¡Veremos si no serás capaz de aventajarlas…!: ¡Dios dirá!

¡Cuántos recuerdos albergarán estas nueve décadas plenas de intensa vida, consumidas con mimado amor…! Ahora, resonarán en tu memoria tantas y tan diversas personas y situaciones: tus padres Fernando y Antonia ‑siempre presentes‑, por quienes sentías especial celo y cariño; tus queridos hermanos; tu sempiterno trabajo ‑desde bien pequeño‑ en casa, de seise y monaguillo en El Salvador; tus vivencias de la guerra civil española en Úbeda, plasmadas en el libro Relatos y vivencias; tu ingreso, bien joven, en Casa Biedma, donde tendrás tantas anécdotas que contar y que servirían para llenar más de un libro; tu noviazgo ‑y conquista‑ con el amor de tu vida: mamá, que te ha sabido colmar de auténtica felicidad regalándote tres hijos y una larga parentela que te arropa y te quiere 

tanto…; esa milicia obligatoria por diversos lugares de España (Madrid, Valencia, Pirineos…), que te abrió tantos horizontes y expectativas, y afirmándote en que tu salud era inmejorable, a pesar de haber pasado esa tuberculosis juvenil que creías que te dejaría varado para siempre; la jubilación de un joven trabajador de 60 años, con ansias de seguir laborando en el negocio familiar más de veinte, mediante la venta ambulante, alcanzando el ideal que siempre habías tenido en la cabeza: charlar todo el día con las clientas –“mariquitas”, en tu lenguaje cotidiano‑, siendo todo lo simpático y agradable que siempre has sabido ser; los años de trabajo festivo y dominguero en Santa Eulalia (o Santolaya) y El Mármol, con bastantes anécdotas graciosas en tu haber; y tu última etapa vital como pinche 

doméstico para todo, y ayudante de lavandería ‑hasta en los más aciagos días de invierno…‑ en el hermoso piso de la Cava, tu atalaya más soñada; pues, desde tu soleado balcón, frente a la muralla del Santo Cristo del Portillo, no pierdes detalle del que sube o baja, de la pareja que se magrea y hace algo más…, de los niños o zangalitrones que juegan en la fuente de la muralla, o de tus nietos que ya no te visitan tanto como tú quisieras: tú los ves desde las alturas y los esperas en el descansillo de la puerta para darle un beso y/o regañarles, seria pero cariñosamente…

Ahora que te has hecho un empedernido lector de los periódicos que te llegan directamente de Tomelloso; de tu larga trayectoria como maestro artesanal rosariero, con especial dedicación al “huesito de Jaén” (como tú lo llamas) y tu larga aspiración a figurar en el libro Guinness de los Récords, sin saber que ya lo habías conseguido al exportarlos allende las fronteras nacionales (Benín, Francia, Suiza…), has llegado saludable y autónomo a esta provecta edad.

Aunque tu memoria a corto plazo anda un tanto averiada, pues te hace olvidar lo que te ha ocurrido hace poco, sin embargo, la de largo plazo te permite rememorar, una y otra vez, tus recuerdos que hermanan tu vejez con tu juventud y niñez, ya tan lejanas…

Eres un libro viviente que ha de seguir dando frutos… Tienes mecha vital para ir viviendo ‑día a día‑ con ilusión y con ese humor tuyo tan característico, que tan bien sabe pasar de problemas o tiquismiquis cotidianos, obteniendo lo único importante: dejarlo todo en las manos de Dios…

¡Felicidades, papá…! ¡Felicidades, abuelito…! ¡Felicidades, “bisa”…! Y que cumplas muchos más… (Con música de “Cumpleaños feliz…”).

Y ahora, papá, ya no te pares: ¡A POR EL SIGLOOOO…!

Úbeda, 7 de febrero de 2013.

fsresa@gmail.com

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