Me chiflan las nubes.
Es que voy por la calle y, en cuanto veo el cielo algo encapotado, se me van los ojos hacia arriba; en especial, cuando observo la combinación de nubes con monumentos (o partes de ellos). Vamos, es que me chiflo.
Alguien que me observe me verá con el cuello estirado y encogido alternativamente, dirigiendo la mirada, como he dicho, a los altos y a los bajos, no vaya a ser que en esas observaciones tan altas se me queden los pies enganchados en cualquiera de los baches que tan profusamente tenemos en Úbeda.