Jaque mate al diálogo en dos “nivolas” de Unamuno, 03

Por lo tanto: si solo la realidad íntima ‑«la del que quiere ser o la del que quiere no ser»‑ es, según Unamuno, la que merece ser novelada, conviene observar al respecto, porque puede resultar paradójico, que para ficcionalizar esa sangrante realidad íntima, esa conciencia y personalidad en formación de sus personajes, Unamuno inserte la trama de sus ficciones en un contexto, por lo menos, tan cotidiano e incluso banal como lo era el de las novelas del Realismo. Por ejemplo, un casino, lugar típico de la sociedad noventayochista, al cual la RAE, en su segunda acepción, define así: ‘Sociedad de hombres que se juntan en una casa, aderezadas a sus expensas, para conversar, leer, jugar y otros esparcimientos, y en la que se entra mediante presentación y pago de una cuota de ingreso y otra mensual’. Pues en un casino, lugar visitado por nuestros protagonistas, tienen lugar las partidas de ajedrez de las dos novelas que aquí nos interesan (Niebla y La novela de don Sandalio).

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