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20-07-2012.
En la prensa de julio de 1997 se podía leer el posible salvamento del puente renacentista de Ariza ‑conocido también por Los Espárragos o La Puente Nueva del Guadalimar‑ construido entre los años 1564 y 1581, como camino alternativo al de Despeñaperros y que estaba a 17 kilómetros del norte de Úbeda (Jaén) y en el kilómetro 35 de la (hoy antigua) carretera comarcal 3217…
Habiendo sido proyectado por el arquitecto Andrés de Vandelvira (Alcaraz, 1509‑Jaén, 1575), mientras había empezado a llenarse el embalse de Giribaile y el Ministerio de Medio Ambiente había aprobado el proyecto de traslado, piedra a piedra, hasta un emplazamiento rural a 10 kilómetros al norte de Úbeda, de uso peatonal, entre olivos y en las cercanías de la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe, con un presupuesto de 800 millones de pesetas… El Puente de Ariza tenía abierto ‑desde el 4 de mayo de 1993‑ un expediente para ser declarado bien de interés cultural y su inclusión en el catálogo del patrimonio histórico andaluz… Y ya, por entonces, hasta Chueca Goitia decía: «No conozco el puente, pero Vandelvira tiene una importancia capital, por lo que se debe reconstruir en otro lugar».
Por eso ‑y como todo ello ha caído en agua de borrajas‑ ayer, día 16 de julio de 2012, coincidiendo con la victoria ‑hace ochocientos años‑ de los cristianos sobre los moros en la Batalla de las Navas de Tolosa, durante la llamada Reconquista, y aún sabiendo que por allí no pasaron las tropas en conflicto ‑aunque sí se produjo el milagro de los espárragos que protagonizó San Juan de la Cruz‑ y teniendo presente que era el día de la Virgen del Carmen, un pequeño grupo de ciudadanos ubetenses de nacimiento ‑o de corazón‑ tuvo a bien desplazarse, en la tarde y con coches particulares, al mismísimo Puente de Ariza, una vez que la sequía nos ha regalado su renacimiento bajo las aguas, para pasar unas horas de reivindicativa amistad y acendrada nostalgia…
Siendo original idea de Ramón Beltrán, y mediante la mano ejecutora de Juan Barranco, allí nos concentramos un ramillete de amantes de la cultura y el patrimonio ubetense, que deseábamos hollar por esas veredas, caminos y carreteras ‑donde antaño lo hicimos‑ reivindicando que esta obra civil tan importante, de Andrés de Vandelvira, sea sacada de las aguas y rescatada para nuestra ciudad. El lugar de ubicación podría ser ‑entre otros…‑ el parque Norte, pues sus dimensiones y volumen vendrían como anillo al dedo y harían aún más famosa nuestra ciudad como Patrimonio de la Humanidad en la parte norte de la urbe…
Ya hace bastantes años, cuando se hizo el embalse de Giribaile, se levantaron voces que decían que no se podía perder esta joya arquitectónica; pero nadie se hizo eco político ni reivindicativo del proyecto, seguramente por la dejadez que nos caracteriza a los ubetenses en general y/o por el coste económico que supondría; y eso que entonces andábamos buscando las vacas gordas de nuestra economía de burbuja…
Ahora que la dichosa crisis ‑y la mala gestión de ciertos políticos, banqueros y ciudadanos‑ nos han hecho llegar a este punto, se necesita tener, precisamente, un proyecto común que nos guíe con ilusión para rescatar este patrimonio que, por desidia de unos y de otros ‑y de todos en la medida que nos atañe‑, está bajo las aguas y que, por casualidad, gracias a la dichosa sequía, se nos ha puesto en bandeja de piedra dorada, para que recordemos que nuestros antepasados hicieron un proyecto grandioso, que nos toca transmitir a las nuevas generaciones…
Los que asistimos al evento dimos un pausado paseo por sus alrededores, así como por el propio puente, llevándonos de primera mano la fatal impresión de ver el desgarro producido en sus barandillas ‑que casi todas han sido arrancadas de cuajo‑ para hacer más doloroso el camino de destrucción de esta piedra de nuestra carnadura patrimonial… Al haber bajado el nivel de las aguas, el puente lucía su esplendor desde lejos ‑algo menos de cerca‑, demandando a este grupo de románticos y utópicos visitantes descubrir, por un tiempo, la arcadia feliz de antaño en que ese puente era instrumento vehicular de primera mano de todos los pasajeros que lo atravesaron ‑andando, en burro o en coche‑, y entonces podían apreciar su rica vegetación en estas tierras calmas del vulgarmente conocido “Río colorao”…
Las charlas entrecruzadas, los recuerdos envueltos en románticos pensamientos, el lindo y luminoso atardecer que se nos brindaba a todos, la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor… confabularon a los visitantes para que se conformara un hito de pacífica protesta, ahora que los recortes y medidas económicas radicales hacen tanta mella en el ciudadano medio, para pedir a quien corresponda: «Que no se pierda esta joya renacentista pues, si no se salvaba a tiempo ‑que todavía lo estamos‑, pronto el agua volverá a penetrar como cáncer destructor en los huecos o grietas que, poco a poco, se van produciendo en el puente, para ir destruyéndolo lentamente, cayendo primero los arcos y luego los contrafuertes y columnas; y para que nuestros futuros descendientes, dentro de cientos de años, no nos acusen ‑con motivo‑ de que dejamos abandonada bajo las aguas esta joya de la ingeniería civil, tan esplendorosa y sublime…».
El puente tiene una longitud de 99,5 metros y una luz libre de 31 metros y está formado por cinco bóvedas de cañón muy desiguales, de fábrica de sillería y perfil en lomo de asno, teniendo como único elemento decorativo el primitivo escudo de Úbeda.
La intendencia de la excursión veraniega estuvo a cargo de JASA que, con su profesional cámara ‑al igual que otros viajeros‑, supo inmortalizar el momento, el lugar y los personajes de esta peregrinación laica; y que, una vez acabada, dieron buena cuenta ‑en la antigua carretera que muere en el agua‑ con bebida y tapas que se multiplicaron, como en el milagro del pan y los peces del evangelio…
A su término, Juan Barranco y Juan Antonio lanzaron dos buenas ideas, que tuvieron hondo y certero eco en todos los presentes: la publicación ‑en papel‑ del libro de Adela Tarifa, El humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época, Premio Cronista Alfredo Cazabán 2010, por parte de Gráficas Minerva (necesitando 100 ejemplares para que sea haga efectiva y rentable, aunque ya está en muchos ordenadores en forma de libro electrónico); y la citación otoñal, con motivo de los cien años del encuentro entre Antonio Machado y Baeza (1912‑2012) en el Encinarejo, adonde se irá a pie, y no en coche como en esta excursión, para comprobar que también han cortado la encina negra… ‑¡nos están quitando muchos de los símbolos, hitos o mojones en los que se basaba nuestra más bonita y recordada historia!‑. Allí pasaremos una buena jornada caminando y charlando amablemente con los amigos de los recuerdos y, principalmente, recordando a nuestro amado poeta… además de leer en el punto de encuentro poemas del autor sevillano, que estuvo tantos años de profesor de francés en Baeza. De esta manera, rememoraremos los muchos paseos que realizó por el camino viejo de Baeza a Úbeda, que será el que nosotros recorramos cuando, pasada la feria de Úbeda, volvamos a reivindicar nuestra historia en letras pequeñas, que a lo mejor ni en los libros está anotada…
Y con ese hálito poético y melancólico, aunque alegres por las casi dos horas invertidas en esta excursión improvisada, fue llegando la noche pasito a pasito, delicadamente, por lo que cada cual se montó en el coche que le había traído y fuimos todos en busca del sosiego y la tranquilidad que da la noche estival ubetense, donde el fresco y la buena compañía hicieron el resto para que nos sintiésemos plenamente satisfechos.
Algunos nos quedamos con la duda de saber quién salvará el Puente de Ariza. ¿Serán los políticos que nos gobiernan…? ¿Quizá la ciudadanía de a pie o algún rico personaje que quiera gastar su dinero en salvarlo, siendo el mecenas y filántropo que se haga eco de nuestras propuestas…? O a lo peor…, es simple o paradójicamente la sequía la que nos brinde esta recuperación momentánea que, aun a fuer de ser efímera, nos haga soñar románticamente con algún utópico y deseado proyecto de recuperación definitiva…
En ello estamos…
Úbeda, 17 de julio de 2012.