28-07-2012.
Eran tiempos de flores que morían como algas y líquenes hambrientos aquella primavera por la que volaban las nubes de la mala mar, y masticando los nervios del ozono se me subía la noche cada día, amor perdido en el paseo marítimo, prosas torcidas por el intenso celeste con su reflejo de luz encandilada en una fiesta de rameras, hurí de las oleadas aguas salobreñas, tenuamente tan tenuas y densas densamente que picoteaban la piel de la culebra, libando aquel insecto cosido con esparto.