Un puñado de nubes, 79

10-10-2011.

—¿Cómo estás, León? ¿Volviste de la playa? ¿Y la gente de La Luna…? Me gustaría que estuvieras aquí a mi lado, en la terraza del hotel, con los Alpes frente por frente, con un silencio estremecedor y un buen cóctel en la mano. Un hermoso sitio para morir.

—¿Qué coño dices, Alfonso; quién habla de morir? —mintió—. ¿Para eso me quieres a tu lado, para ver cómo te mueres mirando las montañas, con una copa en la mano? Dile al curandero chino ese que te dé un estimulante, y vente para acá en cuanto puedas.

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